No se confundan los del pito. El feminismo no busca que la mujer quede por encima del varón o del macho. Tampoco pretende la humillación del otro género, un ´falso mantra´que esa parte de la humanidad educada en el masculino singular ha creído en numerosas ocasiones a pies juntillas. Lo que pretende la doctrina feminista es la igualdad real y no solo la que establecen las leyes pertinentes y que, en muchos casos, confunden a la sociedad creyendo que lo que está en el papel ya se cumple por el mero hecho de aparecer en un decreto o en una norma.

Nada más lejos de la realidad. La igualdad real en muchos aspectos sigue siendo una quimera, un ´El Dorado´, una utopía, una ensoñación en la que se percibe una sociedad perfecta y justa, donde todo discurre sin conflictos y en armonía. Ya quisiéramos que la doctrina feminista hubiera triunfado en todas los ámbitos sociales, incluso en el de las fiestas populares. Hay ejemplos de que las cosas van cambiando. Poco a poco muchas veces, a una velocidad lenta, según la fuente a la que se consulte, y muy rápido para algunos hombres que aún no ven la necesidad de dejarle hueco al otro cincuenta por ciento del mundo. La igualdad de género podría retrasarse 170 años, hasta el 2186, al frenarse de forma drástica los avances en esa materia, un deprimente vaticinio del Foro Económico Mundial, que tiene en cuenta la educación, la salud y supervivencia, las oportunidades económicas y el poder político.

Tomando como ejemplo la Semana Santa murciana, que por primera vez sacará un trono portado solo por mujeres, se ve una luz al final del túnel para otros festejos populares que aún no se han planteado incorporar de pleno derecho a las mujeres. Existe la esperanza de que las féminas no tengan que aguardar 170 años, como predice el Foro Económico Mundial, para subirse a una carroza en el Entierro de la Sardina y disfrutar de un festejo declarado de Interés Turístico Internacional por mérito propio y que se financia en parte con dinero público procedente del Ayuntamiento de Murcia, que también subvenciona lógicamente otros festejos populares en los que no hay separación de sexos.

Es cierto que algunas mujeres han tenido la suerte de poder subirse a una carroza y tirar balones y otros juguetes al público, tal y como ocurrió el año pasado con Doña Sardina, María Pina, la periodista de 7TV Eva Abril y la portavoz del Gobierno regional, Noelia Arroyo, presencias femeninas excepcionales y anecdóticas. Pero también hay otras que cada vez que pueden reivindican la necesidad de que este festejo se acomode a los tiempos presentes -una de las Doña Sardina elegida hace años les sacó los colores a los sardineros en su presentación con este tema- con el fin de que el Entierro de la Sardina no siga estancado en épocas pasadas en las que una concejala tuvo que armarse de valor y casi ir pertrechada por agentes de la Policía Local para poder desfilar en la carroza oficial que ponía el Ayuntamiento de Murcia (y que más tarde dejó de salir en este cortejo). Eran otros tiempos, pero parece que el tiempo no ha pasado para este cortejo llamado a engrandecerse si finalmente decide abrazar el feminismo e implantar la igualdad de sexos en la cara más visible del festejo: el Entierro de la Sardina, un escaparate para dar a conocer Murcia y la Región que no puede seguir con esa concepción tan estrecha de la realidad.

Abrir la mente traerá cambios y buenos para los sardineros. La iglesia y las cofradías así lo han entendido con ese primer paso, María Consuelo de los Afligidos, que saldrá a la calle portado por cuarenta pioneras nazarenas el Martes Santo. Todo tiene que evolucionar y de hecho en este municipio ha habido una Reina Maga, elegida por el Ayuntamiento cuando era alcalde de la capital el socialista Antonio Bódalo. Hace muchos años de esto y desde que la periodista María José Montesinos encarnó a Melchor ningún otro regidor municipal ha tenido este rasgo de modernidad y actualización. Va siendo hora ya de corregir ciertas cosas y no esperar los 170 años de los que habla el Foro Económico Mundial. Por nadie pase.