Tras 33 temporaditas entre late show y late night, convirtiéndose en uno de los dioses de la variedad al uso, David Letterman pronunció en 2015 su epitafio: «No quiero hacerlo más». ¡Pues, ea!, ya ha vuelto. Es lo que tiene Netflix y demás compañeros de viaje: que es tal el caramelito, que resulta difícil resistirse. A su disposición cuenta con una órbita de cien millones de suscriptores detrás de una ventana que da a 190 países, cuando él se despidió con catorce millones de audiencia. Y puede hacerlo sin presión alguna, con una barba estilo Papá Noel puesto que uno de sus sueños era no tener que afeitarse al igual que lo era aquella retirada a tiempo. A este respecto admite no obstante que «si uno dice adiós para pasar más tiempo con la familia, debe consultarlo con ella primero».

La serie con la que ha renacido lleva por título No necesitan presentación. La razón es simple: de partida los invitados han sido Barack Obama y George Clooney. Pero las entrevistas en un auditorio con público van salpicadas de desplazamientos del conductor del espacio a la geografía humana del invitado con tal de lograr plasmar una especie de Ésta es su vida dentro de lo que se convierte en un hallazgo dialéctico socarrón, inteligente e inspirador. No piensen en Bertín y acertarán.

En el capítulo del actor, Letterman se adentró por Kentucky para compartir jornada con los padres de aquél y conectar por skype con Amal y su chico, enterándonos así de los proyectos humanitarios que se llevan entre manos. En el de Obama, el barbudo se fue a Selma con el legendario luchador contra la discriminación racial John Lewis para que le permitiera cruzar el famoso puente con él ya que, cuando se escribió esa página, Letterman andaba pegándose la vida padre con amigotes. Bien, pues Netflix y otras ya están detrás del matrimonio Obama para que lance ideas que sacudan este secarral una vez que Barack confirmase a David que ha puesto en marcha en el sur de Chicago una fundación a fin de dedicarse a formar la próxima generación de líderes. Igualito que los nuestros.