En mis múltiples lecturas las hay profesionales y las hay de divertimento, relajo y entretenimiento. De muchas de ellas surgen estos pensamientos en alta voz. Gripe nace de una de esas lecturas y me ha resultado interesante, una vez que, parece, el ataque gripal a la población va remitiendo. Hablando con vecinos, amigos y conocidos me intereso por la vacunación que cada uno hace o no hace, cada temporada, contra los virus gripales. Vamos teniendo una edad y unos achaques que hacen recomendable la protección.

Encuentro que muchas personas con las que dialogo son reticentes a vacunarse; a todos ellos les recuerdo el lema del grupo de Diagnóstico Molecular y Secuenciación del Centro Nacional de Gripe del Hospital Clínico de Valladolid: «Vacuna, que algo queda». La evidencia muestra que, incluso en los escenarios más adversos, siempre es mejor vacunar frente a la gripe que no hacerlo, especialmente en mayores de 65 años.

Por lo leído en prensa y notas especializadas, sobresale que esta temporada de gripe ha sido (va remitiendo) algo atípica. En circunstancias normales, uno de los cuatro virus que circulan hoy en día (dos del tipo A y otros dos del B) es el que produce la epidemia en sí. Lo especial de esta temporada es que los cuatro virus están circulando a la vez; algo que no es muy normal y, según los expertos, no se sabe exactamente como se produce. Las predicciones no siempre son fáciles de realizar.

Por todo esto es recomendable, yo lo vengo haciendo hace muchos años, vacunarse. Tengan en cuenta una cuestión: entre los pacientes pertenecientes a grupos a los que se recomienda la vacunación, el 63 % de los hospitalizados graves y el 64 % de los fallecidos no habían recibido la vacuna antigripal esta temporada.

Como en todo, hay opiniones profesionales que indican que, a pesar de que la vacuna trivalente es la que se administra de forma mayoritaria, sería aconsejable generalizar la tetravalente (contiene tanto el virus B del linaje Yamagata, como el A del linaje Victoria, bonitos nombres) y agilizar los procesos de producción. Tengamos presente que en la eficacia influyen otros factores, aparte del producto es sí, entre los que destaca la situación inmunológica de cada persona. En los mayores se reduce la eficacia de las vacunas por el proceso de inmunosenescencia (efectos de la edad sobre el sistema inmune que se deteriora con el paso del tiempo). Insisto, a fuer de hacerme pesado, una forma de aumentar la protección frente al virus gripal es la vacunación repetida en años consecutivos, tal y como acaba de demostrar un estudio publicado en Canadian Medical Association Journal (CMAJ). La investigación llevada a cabo en veinte hospitales españoles, mostró que la vacunación durante varias temporadas en mayores de 65 reduce la gravedad del virus y los ingresos hospitalarios. Los autores del estudio pertenecientes al Instituto de Salud Pública de Navarra y del Centro de Investigación Biomédica en Red Epidemiología y Salud Pública (Ciberesp), explican que «la repetición de la vacunación frente a la gripe produce un refuerzo de la respuesta inmune. En las personas mayores, el nivel de anticuerpos va descendiendo progresivamente desde los primeros meses tras la vacunación. La repetición permite recuperar el nivel de anticuerpos protectores».

El equipo del Hospital Clínico de Valladolid también ha hallado argumentos para aconsejar a los mayores de 65 años que no falten a su cita anual con la vacunación antigripal. Un estudio publicado en el mes de noviembre pasado revela que en ese colectivo la protección frente a los linajes de virus del grupo B es moderada, pero experimenta un ligero aumento con la vacunación trivalente. Por último, decir que con el envejecimiento se produce un deterioro del sistema inmune que aumenta la susceptibilidad a la infección y reduce la eficacia de las vacunas. Siempre, «vacuna, que algo queda».