Una hermosa palabra que, pese a que la Real Academia de la Lengua (RAE) aún no la ha aceptado, se está abriendo paso entre las mujeres y en la sociedad. Sororidad. Eso es lo que necesitan las ciudadanas y ciudadanos del mundo para cambiar unas circunstancias que le son favorables a unos en detrimento de otra parte, las féminas, que llevan muchos siglos soportando una carga, interior y exterior, excesiva.

Sororidad, para aquellas personas que todavía no sepan lo que significa, es la solidaridad y concordia entre mujeres, que implica un reconocimiento mutuo, plural y colectivo. Sería el término gemelo a fraternidad, éste sí aceptado desde siempre por los venerables ´ancianos´ de la Real Academia. La Huelga Feminista convocada el 8 de marzo hace un llamamiento a todas las mujeres que quieran participar de esa sororidad necesaria para mover los engranajes del mundo. Se sientan o no afectadas por la desigualdad económica, social o psicológica que campa a sus anchas en muchos aspectos de la sociedad.

Por eso no se entiende que haya mujeres importantes o relevantes socialmente, como las del Gobierno murciano, que no se sumen a las justas reivindicaciones de esa jornada, que reclama lo que siempre debió ser y nos fue arrebatado por el patriarcado o heteropatriarcado, que se pone de manifiesto en el machismo exhibido sin pudor por personas y estamentos y por el machismo residual, tan peligroso como el primero, porque es muy difícil de erradicar.

Brecha salarial. Una de las reivindicaciones que se ha incluido en todos los manifiestos sectoriales que apoyan la huelga del próximo jueves hace referencia a la brecha salarial, una discriminación difícil de creer, pero que está en todos los ámbitos (desde la banca hasta la abogacía, pasando por trabajos menos cualificados). En España la diferencia de sueldos es el triple que en países como Italia, Luxemburgo y Rumanía. Nuestro país ocupa la posición 25 en el Informe Global de la Brecha de Género elaborado por el Foro Económico Mundial y, según los estudios elaborados sobre la eliminación de esta lacra, se necesitará un mínimo de 70 años para acabar con ella. Es deprimente pensar que nuestra hijas, ahora pequeñas o adolescentes, y quizá las hijas de nuestras hijas no verán sueldos igualitarios.

Emigrar a Islandia. Las mujeres que quieran no seguir hablando de la brecha salarial deberán emigrar a Islandia, por citar una nación a imitar. Este país, que ha demostrado una madurez en su forma de afrontar los distintos problemas que acarrea vivir en sociedad (por ejemplo, cuando detectó un incremento alarmante del consumo de alcohol en menores se puso manos a la obra y llegó incluso a implantar ´un toque de queda´ para los adolescentes), ha ilegalizado la brecha salarial de género. El 1 de enero de 2018 entró en vigor en la isla la ley que exige que tanto en el sector público como en el privado cualquier empresa que cuente con más de 25 trabajadores obtenga unos certificados gubernamentales que garanticen el cumplimiento de las políticas de igualdad salarial. Islandia se convierte así en el primer país del mundo en ilegalizar la brecha salarial de género.

Biodiversidad. Otro de los aspectos que se han recogido en el manifiesto de la huelga feminista, y que llama mucho la atención, es la preservación de la biodiversidad y la lucha contra el cambio climático. Aquí las mujeres tienen también un papel fundamental, ya que en países menos desarrollados dan su vida por defender sus territorios y cultivos, arrasados en muchas ocasiones por la mentalidad capitalista de empresas que ponen en el centro de su filosofía el beneficio económico y no al ser humano. Y esto no solo se da en el tercer mundo. En el primer mundo, también.

Consumo. La huelga del 8 de marzo también será de consumo para alzar la voz contra todo aquello que empuja para que las mujeres sigan siendo marionetas de todas las iniciativas que las usan como reclamo. La presión estética que padecen las féminas es brutal y alcanza, sobre todo, a las generaciones más jóvenes que se ven envueltas en la tiranía de la imagen.

Soterramiento. En Murcia, la manifestación del 8 marzo acabará en las vías del tren para apoyar a esas mujeres que siguen codo con codo los hombres concentrándose en favor de su territorio. Más de una ha sido ya multada por la Delegación del Gobierno hasta cuatro veces, con sanciones en algunos casos que llegan a los mil euros. Un bello gesto de las manifestantes del 8 de marzo para apoyar a las que lo necesitan de una manera real y directa. Sororidad en estado puro y por los cuatro costados. También tendrán el apoyo económico de partidos, como IU, cuya dirección federal ha decidido entregar el sueldo correspondiente a esa jornada de huelga a las mujeres de las vías para que paguen sus sanciones. Las multas en conjunto ya suman 35.000 euros. A este paso puede que ellos mismos paguen el soterramiento. Por nadie pase.