«No sabemos lo que nos pasa y eso es lo que nos pasa», palabras pronunciadas hace muchos años por Ortega y Gasset que hoy podrían repetirse sin que hayan perdido ni un ápice de vigencia. Sin embargo, hay más que indicios muy claros que dejan entrever lo que nos pasa a los españoles y a los europeos.

Los españoles somos los más europeístas de todos los ciudadanos del continente pero no sabemos por qué, y peor aún, no sabemos para qué. Nunca hemos tenido una estrategia sobre Europa, sobre la Europa que queremos y el papel que queremos desempeñar en ella. Nos suena bien eso de Europa pero es una idea teórica, lejana, una cosa que está allá en Bruselas y que durante años los políticos del Partido Popular y del Socialista han usado como excusa para ponerse medallas cuando ha venido dinero, o para echarle la culpa cuando lo que venía era alguna ley que perjudicaba a algún sector productivo, la pesca, el sector lácteo, el carbón, etc. Es una imposición de Europa, decían. Como si nosotros no formáramos parte de esa Europa desde hace ya 32 años, como si no tuviéramos nada que ver con lo que allí se decide tanto si la cuestión nos conviene o no.

Seguimos usando un concepto equivocado respecto a este gran proyecto de Pan-Democracia que se llama Unión Europea: cesión de soberanía, las cosas se ceden para que las use otro como considere oportuno pero en este proyecto de unión nadie cede nada, en todo caso compartimos soberanía los unos con los otros, de manera que si los alemanes o los holandeses tienen algo que decir sobre cómo se legisla en España, o sobre cómo se gasta el dinero, nosotros también podemos decirles a alemanes u holandeses lo que consideremos oportuno sobre su legislación o su forma de gastar el dinero.

Basta recordar lo que decía un ministro de exteriores llamado Ordóñez cuando le preguntaban sobre la estrategia de España para Europa: «Está clarísima: hablar los quintos». Si seguimos con esa hoja de ruta hemos mejorado algo, ahora podemos hablar los cuartos. Los países no tienen amigos ni enemigos eternos, sólo tienen intereses. Hemos de tener claro cuáles son esos intereses con la consigna aprendida de siempre con Alemania, nunca contra Francia y yo añadiría: siempre a favor de Europa.

Una Europa que ha dejado de ser el centro del mapamundi, si antes hablábamos del extremo oriente, ahora nos hemos convertido en el extremo occidente. Estamos en un momento de repliegue anglosajón con el brexit y un populista proteccionista como Trump. La vuelta de Rusia con un Putin osado que muerde donde encuentra carne y se da media vuelta cuando encuentra hueso aunque de momento, ha topado con más carne que hueso. Y el despliegue de China que ha pasado a de ser un país totalitario a autoritario y metido de lleno en la economía capitalista agresiva de expansionismo. El 60% de la población mundial se concentra en Asia, alrededor del estrecho de Malaka y gracias a la convergencia tecnológica y a la globalización, el PIB per cápita cada vez se acerca más al peso demográfico de cada país, baste este ejemplo: Filipinas con sus más de cien millones de habitantes tiene ya una producción bruta mayor en términos económicos que Alemania. En un futuro de unos 25/30 años las grandes superpotencias económicas serán las grandes superpotencias demográficas. Sólo si Europa comprende la importancia de este dato y camina decididamente hacia la unión real tendremos una oportunidad de sobrevivir entre gigantes como India, China, Pakistán, Brasil, etc. sin embargo seguimos funcionando bajo parámetros nacionales, desarrollando políticas comerciales individuales o grupales de carácter regional, acaba de formarse una especie de asociación llamada 16+1 con una serie de países del norte de Europa más el uno que no podía ser otro que China.

Somos 27 países que siguen manteniendo 27 embajadas en cada uno de los países de fuera de Europa en los que tenemos representación diplomática, es más, tenemos embajadas los unos con los otros en la propia Europa, eso es como si Murcia tuviera una embajada en Albacete, Almería, Córdoba, etc.

Hemos sido incapaces de crear un ejército común y la excusa es que Gran Bretaña lo obstaculizaba pero ahora que está se va, veremos si existe una voluntad real de crear una política de defensa común, para lo que hace falta como no puede ser de otra manera, una política exterior común.

El Brexit va a suponer un desafío enorme para el proyecto de la unión, la forma en que afrontemos este reto va a marcar el futuro de nuestro continente. Este 2018 va a ser un año muy importante en el que se deben tomar decisiones que nos deben conducir a una Europa más fuerte, cohesionada y preparada para competir en un mundo globalizado con el centro poblacional y económico desplazado hacia Asia. El tejado se repara en verano y no cuando llega el invierno, todavía estamos a tiempo de tomar las riendas de nuestro futuro y convertimos en un actor principal en la escena mundial con los valores que siempre han sido los pilares de Europa, la libertad y la democracia.