En marzo de 1982 me llamaron desde Madrid para comunicarme que era el ganador del primer premio del certamen ´Versos para una primavera. Vicente Aleixandre´, convocado por Radio Popular la Caja de Ahorros de Madrid. El jurado calificador, que presidía Luis Rosales, estaba compuesto, entre otros, por los poetas Ángel García López, Luis López Anglada y José Hierro. Luis Rosales me dijo aquello de «Pedro, te pareces a tu poesía». Constatación que me gustó mucho y que agradecí sinceramente.

Me entregaron el premio y, con un grupo de amigos fuimos a cenar y a tomar una copita con mis amigos de Madrid, con Paco Rabal, Asunción Balaguer, José Luís Coll, José Luis García Sánchez, Ginés García Agüera, José Luis González Coronado, y algunos otros que se fueron sumando poco a poco. Alguien me dijo que Vicente Aleixandre, enterado de la concesión del premio, había comentado que le gustaba mucho el poema y me había escrito una carta de felicitación que llegaría a mi casa en pocos días. Así fue, aunque debo confesar que era de difícil comprensión la caligrafía del poeta, del que se decía que escribía recostado en la cama.

Era Aleixandre un poeta excepcional de la generación del 27, la nueva edad de oro de la poesía española. Su interés deviene de la belleza de su poesía, tal vez el más surrealista de todos ellos, al que ahora le han reeditado las obras completas, y que han cobrado nuevamente una vigencia conocida ya cuando se relee. El poeta Luis Muñoz incide en su vigencia: «Aleixandre es un poeta esencial. Su idea de la poesía como último fracaso al implicar la destrucción de su soporte vivo, creo que es una clave fundamental de su escritura. Es un maestro de la transfiguración de las pasiones en el lenguaje, a través de símbolos e imágenes, con una especie de impotencia increíblemente rica en expresividad y capacidad de sugerencia».

La presentación de Poesía completa de Vicente Aleixandre se ha convertido en una reivindicación de protección de su legado, tanto de su obra, para la que se ha pedido la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) «para que no salga de España», como de su vivienda en la calle Velintonia de Madrid. El presidente de la Asociación de Amigos de Vicente Aleixandre, Alejandro Sanz, ha compilado para Lumen la obra del poeta andaluz añadiendo siete poemas inéditos, y este miércoles ha aprovechado su puesta de largo en la Real Academia de la Lengua, a la que perteneció Aleixandre, para plantear una doble demanda a la que, hasta ahora, las instituciones no han prestado atención, según ha criticado. «Nuestras instituciones públicas desprecian su legado», ha clamado Sanz, quien ha recordado que la asociación que preside lleva «23 años reclamando que salven su casa» en el número 3 de la antigua calle Velintonia, donde vivió desde 1927 hasta su muerte en 1984 y por la que pasaron cinco generaciones de poetas como Miguel Hernández, García Lorca, Rafael Alberti, Pablo Neruda, Luis Cernuda, Dámaso Alonso, Claudio Rodríguez y Jaime Gil de Biedma. Volver a Aleixandre, de donde algunos no hemos marchado, resulta algo más que un ejercicio de memoria: la certeza de estar ante uno de los poetas que anudan la poesía española de la primera mitad del siglo XX sin salir del abrigo de las babuchas. Casi no salió de casa en media vida por una tuberculosis nefrítica. Escribió, leyó, recibió y amó con una mantita sobre las rodillas y el perro Sirio tumbado a sus pies de andar poco.

En la escritura de Aleixandre (y eso no sucede tantas veces) también se congregaban los amigos. El poeta Antonio Lucas ha dicho que la fuerza de su irracionalismo lírico tuvo para muchos poetas distintos algo de flor tocaya, y que, como sucede con tantos creadores que el tiempo licúa, Vicente Aleixandre está por regresar. Está por esperarnos. Está por levantar de nuevo el vuelo de su poesía, que casi vive en un estado de inocencia siendo espejo en llamas de quien se asoma.

En Aleixandre, como en todos los poetas que lanzan las palabras más lejos que la vida, nos se admite de antemano que las cosas son como son. El viaje es el opuesto: concretar lo inconcreto de lo que no se ve en aquello que estamos mirando. O sintiendo. O doliendo. O gozando. En Aleixandre hay una mirada estética desprovista de prejuicio. No describe la tempestad, sino que por dentro del pecho la desata. Esa es la meta o condición de la poesía. Creó un mundo a medida de todos, dándole a las palabras un vuelo más alto.