Al paso que vamos no me extrañaría que un año alguien, en algún lugar más o menos remoto, decidiera, con lógica aplastante, por ejemplo, que los camellos fuesen los Magos; que la Virgen María luzca barba; que San José se coma la mirra y que El Niño regrese con macuto al hombro de hacer la ´mili´. Son solo algunos ejemplos pero estoy segura que podríamos poner más y cuanto más disparatados, más papeletas para que sea una de esas prodigiosas ideas que resbalan por las privilegiadas neuronas de algún exaltado personaje. ¡Qué poco serio es esto, señores! Ante todo porque quienes se ponen tras las vallas para ver desfilar a Melchor, Gaspar y Baltasar, son niños y adultos que conservamos intacta nuestra dosis de ilusión. Solo se me ocurre decir lo que en un arrebato impregnado de un torbellino de colores dijo la Faraona: «Si me queréis, irse». Ahora, visto lo visto, no me queráis tanto. Mejor no me queráis, por favor. De verdad que estoy intentando verlo desde otros prismas pero esto no. Creí que las críticas del pasado habrían servido de algo pero ya veo que no, sino que hay quien quiere llevarse el bonus track. ¡Pues suerte!