Ocho euros. Eso es lo que nos ahorraremos en el recibo del agua a partir del próximo mes de febrero, según anunció ayer la alcaldesa, Ana Belén Castejón. Por fin, la gran promesa de la legislatura parece cumplirse, pero la seriedad en el rostro de la regidora durante el pleno celebrado tras conocer esta noticia reflejaba que la alegría no era completa. Castejón se ha apuntado el tanto en los titulares de los periódicos, pero la noticia, como pasa desde hace bastantes meses, se ha convertido de nuevo en una declaración de guerra entre los partidos con representación municipal, empezando por los que forman la coalición de Gobierno. Para unos se ha bajado el precio del agua, para otros simplemente se ha actualizado y otros no entienden nada de nada. Esto último nos ocurre a los ciudadanos de a pie, que no entendemos de los entresijos de las cuentas ni de informes técnicos y tenemos que hacer una especie de acto de fe para creer lo que dice uno u otro, porque no puede ser más distinto.

La alcaldesa sorprendió ayer por la mañana con la aprobación en la Junta de Gobierno Local de la citada propuesta de bajada del agua. Y sorprendió, sobre todo, en la forma. La decisión pilló por sorpresa a sus socios de Gobierno, los ediles de Movimiento Ciudadano, que, además, tienen las competencias en esta materia. El hecho de que ni siquiera haya contado con ellos para comunicárselo es toda una provocación, o más bien una evidencia de que la alianza en el Ejecutivo ha dejado de ser tal hace mucho tiempo. Para más inri, la regidora estuvo acompañada en la rueda de prensa donde se hizo el ansiado anuncio del portavoz municipal de Ciudadanos, Manuel Padín, quien tras sostener que su partido mira por el bien de los cartageneros sin mirar los colores políticos, le lanzó un recadito al líder de MC, José López, a modo de respuesta (otros dirían de venganza) por las ofensas y menosprecios que López lleva vertiendo contra él. Padín destacó que la actual alcaldesa ha necesitado sólo tres meses para negociar un acuerdo con la concesionaria para la bajada del agua, algo que el exalcalde no logró en sus dos años de mandato, subrayó.

José López tardó pocos minutos en replicar para tratar de echar por tierra el anuncio. Que si no es una bajada sino una actualización o una amortización de las obras acometidas por la concesionaria, que si no se han respetado los informes de los técnicos municipales, que si se está intentando interferir o impedir la supuesta investigación por supuesta corrupción en una supuesta trama del agua. Eso sí, nada dijo de que la promesa de la bajada del agua era una de sus principales bazas que no pudo lograr en sus dos años de alcalde y que, ahora, ve a su socia y sucesora anunciarlo a bombo y platillo apenas unas horas antes de que nos tomemos las uvas, lo que más que probablemente, no le haya sentado nada bien. De hecho, pone en duda de que el procedimiento llevado a cabo para aprobar la propuesta de bajada del agua en la Junta de Gobierno sea legal y ya ha advertido de que lo analizarán e impugnarán en el caso de que detecten cualquier irregularidad jurídica. La alcaldesa sostiene que hasta cinco informes técnicos avalan el acuerdo y la decisión anunciada ayer.

Por su parte, el PP se sigue mostrando con un espectador sorprendido y se sigue quedando perplejo ante el hecho de que un socio de Gobierno tome decisiones sin contar con el otro socio y hasta ocultándoselas hasta el último momento. Su portavoz habló de «un acuerdo oscuro», porque se mantuvo oculto y se anunció por sorpresa. Y se pregunta si este hecho puede conllevar a esa impugnación anunciada por MC y que la ansiada bajada del agua se siga diluyendo en rifirrafes entre políticos.

La sensación que me queda es que lo de bajar el agua, en realidad, no les importa tanto y de que están más ocupados en quién se apunta el tanto de cara a las próximas elecciones municipales, para las que cada vez queda menos. Ni siquiera tengo claro que el beneficio para los ciudadanos sea equiparable a los tremendos esfuerzos que están llevando a cabo los partidos, porque me da a mí de que cuando nos llegue un recibo con la bajada de ocho euros, si es que se da esa situación, se nos va a quedar la misma cara de tonto que con el anterior, porque seguirá siendo una pasta. Y es que los cartageneros llevamos muchos años siendo de los que más pagan por el agua en España y va a resultar difícil hacernos creer que eso va a dejar de ser así. Sobre todo, porque los nubarrones de una sequía extrema que llevará a una encarecimiento del producto son cada vez más negros y lo peor no será que paguemos el agua a precio de oro, sino que ni siquiera tengamos agua para poder pagarla.

Una vez más nuestros políticos convierten un debate tan sensible como el del agua en una punta de lanza y en un motivo de disputa. Se pelean y nos obligan a posicionarnos con unos o con otros, pero la sensación es que, al final, no arreglan nada. No tiene que ser tan complicado sentarse y velar por el interés de los ciudadanos en un asunto tan vital, pero su sed de votos es insaciable y priman los cálculos de cara a la cita electoral de mayo de 2019. Al final, nos quedamos secos y con el agua al cuello.

Y, encima, sigue sin llover.