No hay peor pecado en política que la soberbia que lleva a muchos de nuestros líderes a chapotear en el charco de la prepotencia. Y prepotencia y soberbia es lo que encierra la expresión 'los mataos' que la vicepresidente del Círculo de Economía, Isabel Martínez Conesa, regaló a los vecinos del soterramiento que el pasado miércoles, al grito de «no queremos muros», osaron protestar en la calle con motivo de la visita a Murcia del presidente Rajoy. Una desafortunada expresión que luego remató justificando que escribió el tuit de «manera involuntaria e inconsciente», aunque eso es imposible a no ser que estuviese poseída por fuerzas extrañas.

Martínez Conesa, que fue directora general de Presupuestos de la Comunidad autónoma y concejal de Hacienda en el ayuntamiento de Murcia y actualmente está pendiente de que la UMU convoque su plaza de catedrática, ha olvidado que esos 'mataos' pagaron y pagan su sueldo público matándose a trabajar para poder llegar a fin de mes. No, no merecen tal desprecio de quien debería exhibir en público, aunque solo sea por sus alumnos, tacto y educación. Lamentablemente ha vuelto a demostrar que ni los títulos universitarios ni el dinero dan la clase que, sin duda, tienen esos vecinos defendiendo sin descanso lo que consideran justo porque, al contrario de lo que afirma la cuasi catedrática de contabilidad, no es una causa muerta sino viva porque en absoluto se han licitado seiscientos millones de euros del soterramiento. La causa morirá el día que las vías estén soterradas. Pero esto es Murcia, una región donde se considera mérito con derecho a ascenso gritar a un miembro de la plataforma del soterramiento «estoy de vosotros hasta los cojones». Igual ha pensado que llamar 'mataos' a esos vecinos la acerca a una hipotética repesca política, solo que se ha pasado de frenada logrando que el hashtag #losmataos fuese trending topic a nivel nacional.

No ha sido buena llamarles 'mataos' como sinónimo de 'desgraciados y pringados' incrédulos a los que no les basta ni con que el mismísimo Rajoy venga a contarles, sin invitarles al acto, que el AVE llegará en superficie en 2018 y que poco a poco irán haciendo el soterramiento cuando acaba de desatascar el arco Noroeste cuya tramitación se inició en 2004, hace trece años. Flaco favor le acaba de hacer Martínez Conesa a sus amigos populares porque no van precisamente sobrados de argumentos aunque hayan eliminado el impuesto de sucesiones. En democracia, esos 'mataos' son los que ponen y quitan Gobiernos; y además resulta que no son solo 'unos pocos' defendiendo 'una causa muerta' como asegura la experta contable. La prueba de que siguen vivos es que 50.000 personas se manifestaron contra la llegada del AVE en superficie, un tren que aún no está aquí y el PP ya está vendiendo como logro electoral. Ya verán como algún partido en la oposición hace de tan desafortunada expresión un lema electoral hasta 2019, frente a la élite popular que desde su atalaya intelectual y la barandilla de twitter lanza improperios de tan mal gusto.

La extraña visita de Rajoy. Y luego está la extraña visita de Mariano Rajoy a Murcia como presidente del Gobierno de España, en la víspera de los Santos Inocentes, para protagonizar bajo el paraguas de Moncloa un acto sobre infraestructuras organizado por el ministerio de Fomento en un local privado de bodas, bautizos y comuniones del empresario cárnico Tomás Fuertes. Un acto extraño porque, en realidad, fue más bien un acto de partido, solo que sin la música con la que los partidos calientan el ambiente mitinero.

Rajoy no pisó la sede del Gobierno regional en el palacio de San Esteban como debería haber hecho aunque solo fuese por cortesía institucional; y porque era el lugar idóneo para departir con el presidente López Miras sobre los principales y numerosos problemas que aquejan a la Región de Murcia, ahora que Montoro aprieta con nuevos recortes y sabemos que los murcianos tendríamos que trabajar 107 días para pagar la deuda regional. El reservado de un restaurante de Cehegín, entre puros y asiáticos tras una copiosa comida después de conseguir el perdón de los pecados, no era el escenario adecuado por mucho que se empeñen los populares murcianos en vender que Rajoy, departiendo con López Miras hasta las ocho de la tarde, quiso evidenciar su respaldo al presidente murciano a año y medio de las elecciones ¿No serían las copas de pacharán? Si al menos hubiese aprovechado la tarde para reunirse con los regantes como es debido o con los representantes de CROEM, que también le pidieron un breve encuentro...

Sinceramente, no termino de verle el fuste político a la vuelta de Rajoy a Murcia por Navidad porque ni a posta se logra tan exiguo resultado, aunque Pablo Casado diga que «vino con un pan debajo del brazo». Puede ser que buscase el calor del aplauso fácil tras el varapalo catalán porque sabe que en Murcia siempre le aplauden y además lo agasajan pidiéndole selfies a cascoporro para los que sí tuvo tiempo. Somos así de catetos. Veamos. A 'los mataos' de Martínez Conesa que encendió esa tarde las redes sociales, hay que sumar que el ministerio de Fomento olvidó poner a Cartagena en el mapa del escenario como también olvidó a Lorca. Lo desafortunado es que lo intentó corregir el diputado Teodoro García, escribiéndolo a mano porque, según dice, «el PP siempre pone a Cartagena en el mapa», con lo que ha dado argumentos a los cantonales, que necesitan de muy poco para dispararse. Y luego están los regantes, a los que Rajoy ha conseguido cabrear aún más porque sienten que han sido utilizados para la foto. Los regantes han definido el acto político como 'un pastiche' y han calificado de 'desfachatez' que el presidente de la nación rápidamente colgase en su cuenta de twitter una fotografía hablando con ellos donde asegura que «es consciente de los problemas de sequía que atraviesa Murcia», pero no da el riego de socorro que piden para salvar el arbolado. Los representantes del SCRATS solo acudieron porque les aseguraron que Rajoy se reuniría con ellos. No hubo reunión, apenas tres o cuatro minutos de conversación informal a la salida del salón de celebraciones que los agricultores aprovecharon para volver a pedirle una reunión urgente en Moncloa y le advirtieron de que si no viene agua de manera urgente «el sector productivo se irá al garete». Rajoy tomó nota, pero al marcharse, cuando los regantes insistieron en que la situación es alarmante, contestó «shi,shi, shi, pero la producción no ha dejado de aumentar», que es el mantra de la ministra Tejerina.

Esperar a que llueva. Como dicen en el sindicato UPA, la política de Rajoy es la de esperar a que llueva. No hacer nada para forzar a que los regantes se olviden de una vez de los polémicos trasvases y rueguen solamente por plantas desaladoras. No accede al riego de socorro y mantiene el tasazo del trasvase, pero los populares murcianos dicen que el presidente está cumpliendo con los regantes murcianos porque ha destinado otros 4,3 millones de euros a abaratar el precio del agua desalada.

Rajoy se limita a anunciar ahora que impulsará en el Congreso «un pacto nacional del agua que requerirá del acuerdo de todas las Administraciones y de los partidos políticos que las sustentan» preparando así el terreno para culpar al PSOE de Pedro Sánchez en el caso de que ese pacto no vea la luz. Un pacto que, les anticipo, es imposible dado el clima político que se respira en España. Lo que el país requiere de manera urgente es la aprobación de una Ley del Plan Hidrológico Nacional que necesariamente deberá incluir nuevos trasvases y otras medidas de gran calado y eso depende exclusivamente de la voluntad del Gobierno de la nación. Todo lo demás son excusas y enredos políticos que pueden llevar a la ruina a miles de personas y al garete a todo un sector productivo. Como regalo navideño aconsejo el instructivo libro Hágase el Agua, de Seth M. Siegel, sobre la solución de Israel para un mundo hambriento de agua. Descubrirán que lo primero que hicieron en ese país es sacar a los políticos de la ecuación.

'Tocándose los huevos' en Bruselas. Al menos, el garbeo del presidente por Murcia ha servido para volver a ver de nuevo por estas tierras al flamante nuevo consejero de Adif y responsable de la oficina anticorrupción del PP, Andrés Ayala (el del Faro de Cabo de Palos) y para saber que uno de los numerosos vicepresidentes del Parlamento Europeo, Ramón Luis Valcárcel, sentado en primera fila del acto, está contento porque pronto correrán los trenes y volarán los aviones en la Región de Murcia. No se podía perder el acto de Rajoy en Murcia quien aspira a repetir en 2019 como candidato al Parlamento Europeo en un momento en el que habrá codazos por estar lo más arriba de la candidatura para asegurar el puesto. El mismo Ramón Luis que desde que se marchó a Bruselas no quiere saber nada de la Región de Murcia, aunque buena parte del lodazal en el que andamos metidos viene de sus polvos políticos. Tan outsider está de la tierra que gobernó durante veinte años que no ha sido capaz de ponerse en contacto con los regantes para preguntarles qué puede hacer por ellos en Bruselas, donde los agricultores admiten que están perdiendo la batalla frente al lobby ecologista y ven peligrar el agua depurada que reutilizan para riego (unos 98 Hm3 al año) si prosperan los cambios en la normativa comunitaria que están impulsando determinados países del norte para los que la falta de agua es inimaginable. Algunos regantes andan preguntándose qué está haciendo el eurodiputado en Bruselas, a lo que otros no dudan en responder con una frase: «Tocarse los huevos».

Alguien dijo una vez que «la soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder». Pues eso.

Feliz año 2018 a todos, el año en el que la Región de Murcia entrará por tierra, mar y aire en el siglo XXI de la infraestructuras, solo que con dieciocho años de retraso, pero como dice Rajoy, ¡viva el vino!