Las series de televisión no creen en los finales felices, por eso no se acaban nunca y se prolongan una temporada tras otra hasta el infinito (a no ser que se descubra que el actor protagonista es casi tan perverso como el personaje que protagoniza, como ha sido el caso de House of Cards). Me pregunto si esa es una de las razones del éxito de este tipo de relatos. Y si fuera así, ¿qué nos dice eso sobre nuestra forma de ser y de vivir? Me da tristeza, casi miedo, responder a esta pregunta. En una novela de Andrés Ibáñez se dice: «Toda persona tiene un límite, un límite para la desdicha, un límite para la esperanza, y una vez traspasado ese límite, la persona queda deshecha y reducida a nada». Esta es la idea de fondo que parece dar aliento a series como The Leftovers, que arranca con la repentina desaparición de un 2% de la población mundial para mostrar a continuación cómo ese hecho inexplicable va destruyendo la vida de los supervivientes, de sus familias y de cualquier lazo humano que pueda dar sentido a una comunidad. Todo queda reducido a nada cuando nos acercamos a ese límite de lo desconocido que, en estas historias, es percibido como absurdo.

Una amiga me recomendó esta serie advirtiéndome de su dureza, y llevaba razón, es terrible, perfecta para tener pesadillas al terminar cada capítulo. Y sin embargo, la sigo viendo, aunque ya sé que no habrá forma de terminarla: o bien me cansaré o bien, seguramente antes, la propia historia se agotará, pues nada hay más estéril que la desesperanza. La imaginación de la desesperanza es tan impactante como facilona. Por ese camino, lo que parece a primera vista como una valiente aproximación al misterio de la vida se queda en una temerosa huida hacia la nada o la locura, propia de una cultura «debilitada como nunca antes por el narcisismo de la invulnerabilidad, el olvido de nuestra condición humana de precariedad», en palabras de González Requena.

No hay misterios nuevos, sino formas de enfrentarnos a lo que ignoramos. El límite solo nos aniquila cuando nos creemos invencibles. Lo difícil es imaginar que traspasado el limite hay un sentido. En la serie, un personaje le pregunta a otro si cree que los que han desaparecido están en un lugar mejor. ¿Cuál será su respuesta? Cuanto más oscuros son los tiempos más necesario es imaginar genuinos finales felices.