La pertinaz sequía no podía transcurrir sin que el obispo Lorca Planes pidiera la lluvia a los cielos remisos, y así lo ha encarecido a los fieles católicos; aunque yo preferiría que, con no menos fundamento teológico y puestos a pedir milagros, reclamara de los mismos un fuego purificador que se abatiera sobre el PP y sus miserias a ver si, ardiendo éstas en pira propiciatoria, las súplicas por la lluvia hallaran más fácil eco. Pero ni siquiera esta sequía, que anuncia un futuro aciago para esta tierra, voraz y sedienta, arrogante y pedigüeña, impide que produzca perlas político-periodísticas de inestimable valor; anoto algunas de ellas por aquello de hacer justicia a su brillo o trascendencia.

Alberto Garre, fugaz y trasquilado presidente de esta Comunidad, ha cumplido sus designios y ha ilustrado el panorama político-electoral de la tierra con uno de sus frutos que más y mejor la enriquecen: un nuevo partido que, entre otros loables objetivos, pretende regenerar esta vida política (degenerada en su presencia y conocimiento), transversalizando y ocupando la centralidad del espacio político (derechizado con su inestimable aportación durante décadas), luchar por la Región y otras zarandajas que suenan a, pura y simplemente, resentimiento y resistencia a bajarse del machito, que es que hay que ver cómo pica el virus del desinteresado servicio público. No se ha conformado con retirarse voluntariamente de la vida política (retirado a la fuerza ya lo fue por quienes lo encumbraron y tanto lo querían) manteniendo, al parecer, la peregrina idea de que la región espera algo destacable de él. La Región produce parecidas ocurrencias derechosas cada poco, y siempre con el mismo resultado: la nada, la desolación, la pérdida de tiempo.

Lo más bonico de la cosa es que, según se dice, la estrategia de Garre consistiría en realidad en promover como ´tapado´ a Benito Mercader, que fuera consejero de Medio Ambiente y del que nos habíamos olvidado porque nada de interés dejó con su ejercicio político. Pero, entonces, ¿lo de Garre es un paripé negociado entre sombras con el PP en ejercicio, incluso con el presidente actual, joven y ambicioso que, por si fuera poco, aporta al momento político una envidiable, permanente y mediática sonrisa que ya quisieran para sí líderes de autonomías de cruda actualidad, más agua o mejor PIB? Curiosas maniobras estas que contemplan como futuro presidente al más dilecto discípulo del disidente.

Porque mientras tanto, también se habla de Francisco Bernabé como presidenciable, sin duda por el efecto que produce, en espíritus impresionables, su meteórica ascensión desde que se decidió por la lealtad dejando a un lado la coherencia: y estos son méritos de envergadura en una política y una región que se destaca por la brillante ejecutoria de sus líderes populares desde 1995. Así que dijo que no al puerto del Gorguel como alcalde pero que sí como consejero de Fomento (giro que justificó con envidiable desparpajo), y no al soterramiento del AVE como consejero pero sí como delegado del Gobierno (mostrando una sensibilidad enternecedora a las movilizaciones populares). En su toma de posesión ha prometido a López Miras la lealtad que debe al Gobierno central, mostrando que sigue sin saber cuál es su sitio en el mundo.

Hay otra formación, igualmente entre el gris y el amarillo, la derecha y la requetederecha, que se marca parecidos objetivos que la de Garre, Contigo Somos Democracia, sin que le falte de ná: «partido renovador, de centro, social, liberal y europeísta». Y otro héroe de nuestro tiempo, el indescriptible exalcalde de Cartagena, José López, también ha anunciado que estará presente en las próximas elecciones autonómicas para luchar, como ideología básica y de altura, contra el centralismo murciano, y pelear por la segunda provincia, la suya.

Entre el susto y la perplejidad, muchos tuvieron que enfrentarse la mañana del 21 de octubre con una espectacular portada de este periódico, en la que Juan Guillamón exhibía sus manos accidentadas pidiendo: «No paréis el AVE». Desesperada llamada que a mí, que me ahorré en su momento el choque con tan singular foto, me permite, con tiempo, analizarla con mi habitual sistema, esto es, negando la mayor; o sea, recordando que si nos hubiéramos opuesto en su día al AVE, con criterios verdaderamente ferroviarios (ergo, altamente racionales), hoy podríamos disponer de un tren convencional pero mejorado, directo y barato, poniéndonos a tres horas de Madrid que es lo civilizado, lo inteligente y lo ecológico (que tampoco en esto son buenas las prisas).

Resulta interesante en esa entrevista (que politólogos, semiólogos, dialécticos y hasta psicólogos deberán estudiar durante un tiempo), que a las incisivas preguntas del entrevistador, algunas relacionadas con la ´autoridad moral´ que su accidente le confiere para hablar de ferrocarriles en general y del AVE en particular, el entrevistado rechazase querer sacar partido de su desgracia, como si la pose se debiera a traición o manipulación: porque, inequívoca en imagen y texto, la foto pretende decir lo que dice, se ponga como se ponga el flamígero Guillamón. En el fondo, su problema (ya sin solución, me temo, visto su comportamiento técnico y político) es que dedica su vida a atascarse, con relatos ridículos, en proyectos improbables, ideas irresponsables o, como es el caso, trenes innecesarios y dispendiosos. Nuestro AVE, por describir ´eses´ y aumentar notablemente la distancia actual con Madrid, vendrá en realidad por las nubes (más que soterrado) y con precios prohibitivos para la mayoría de los murcianos. Todo ello, por no haberse negado la Región en redondo a pajarraco de tan mal agüero, exigiendo la rápida e integral mejora del tramo al sur de Albacete. Así, Murcia se habría puesto en cabeza de las regiones con sentido de país (y de su vertebración, concepto que el diputado popular sigue sin entender), con seriedad económica y social, con prudencia energética y con sensibilidad ambiental.