Los investigadores de la Universidad Autónoma de Barcelona están cerca de concluir que en dos yacimientos arqueológicos de la Región, en La Bastida y La Almoloya, se encuentran las bases genéticas de toda la población de la Península Ibérica. Es decir, que sobre estas tierras del sureste, hace 4.000 años, podrían haber habitado los primeros hombres que llegaron para quedarse de verdad, para construir un linaje eterno en este trozo de tierra, con forma de cara si se ve desde el cielo, situado al sur de los Pirineos. Tendría su gracia que al final España y Portugal, con sus cataluñas, castillas y algarves, no vinieran a ser otra cosa que tierra conquistada, y que el embrión inicial de nada menos que de la Península Ibérica vaya a estar en Murcia. A más de uno le da algo. Es el peligro que corren algunos cuando se creen con más privilegios que el resto con el argumento de unos derechos de territorio que se adquieron hace mucho tiempo. Que siempre puede aparecer, en un secarral perdido por ahí, cualquier pedazo de hueso, cualquier resto diminuto de diente, que desmonta de golpe todo el tinglado de la Historia. Quizás sería mejor admirar lo pequeños que somos en la línea del tiempo, respecto a los que nos han precedido sobre el suelo que pisamos y los que nos precederán. Porque tengamos los genes que tengamos, al final acabamos bajo tierra.