Más de 155 días después de su toma de posesión, Fernando López Miras logró que Mariano Rajoy le recibiera en La Moncloa. Una tardanza algo desdeñable, aunque se puede considerar también un récord a tenor de la agilidad del inquilino palaciego. Conseguida la foto, no sabemos aún si hay algún texto que acompañe a la misma. Tampoco es importante en estos tiempos de Instagram, donde la imagen, la fachada es lo relevante. Ya es mala suerte que la anhelada visita pueda quedarse en nada porque un día antes ya había respondido el Gobierno central a nuestro presidente murciano en lo que fue su principal reivindicación: no habrá reforma de la Constitución. No es que nuestro Fernando López Miras no haya dado fe de su españolidad en el conflicto con Cataluña, día sí y día también, pero al final viene a coincidir con aquellos que reclaman una reforma de nuestra Carta Magna. La política hace extraños compañeros de cama, pero nuestro Mariano se habrá quedado a cuadros cuando su pupilo murciano le soltara, de sopetón, la necesidad de cambiar la Constitución para, asimismo, garantizar el suministro hídrico. Imagino que garantizarlo de verdad, no como el artículo de la vivienda y del trabajo digno, que ni vivienda ni trabajo ni dignos. Más bien, cada vez más indignos como consecuencia de la reforma laboral popular o, más bien, impopular. Estaría estupendo que nuestra 'pepa' más longeva incluyera el derecho al agua, antes incluso que el deber de pagar el déficit. Y más increíble aún, a recibir agua como un servicio público? con la que está cayendo de casos ligados a las empresas privadas, semiprivadas, semipúblicas o vaya a saberse qué relacionadas con el líquido elemento. Hay quien teme que todo esto, igual que los casos, quedará en papel mojado, circunscribiendo la dotación de agua únicamente a este fin.