Los últimos datos sobre la caída de los salarios, que han bajado 60 euros en la Región desde 2011, según el INE, contrastan con la alegría del Gobierno a la hora de aplaudir lo que algunos llaman recuperación. Cabría pensar que nuestros gobernantes prefieren ver la botella medio llena, en lugar de dejarse llevar por el pesimismo, si no fuese por su falta de previsión. Están tan ocupados en jalearse unos a otros que no pueden percibir con claridad la radiografía de una sociedad que ha desconectado de las instituciones, porque cada día están más alejadas de sus problemas reales. Los veinte años de retraso que lleva la mejora de la línea férrea entre Murcia y Alicante y el olvido de la conexión con Madrid son dos ejemplos claros del abandono que arrastra la economía murciana. Y el hecho de que la Región haya tenido cuatro presidentes en apenas tres años es una muestra de la miopía y del escaso interés por cambiar un patrón que se ha quedado anquilosado en el pasado. La Comunidad dijo hace años que iba a apostar por la mejora de la educación como alternativa a la pérdida de las expectativas de futuro que trajo la crisis, pero hasta ahora las únicas iniciativas que ha adoptado parecen encaminadas a favorecer la enseñanza privada y la concertada. Otra muestra de que los responsables políticos viven aplicados a la propaganda y solo les preocupa su propio futuro. El horizonte que vislumbran no va más allá del AVE o el aeropuerto, porque necesitan las medallas para lucirlas en las próximas elecciones.