En la década de los setenta y ochenta cuando los padres y madres, e incluso, los abuelos, viajaban en un coche con niños era muy socorrido ponerse a cantar para distraerlos. En esa época no existían las tecnologías que hay hoy para distraer a los vástagos y tener un recorrido sin sobresaltos. Una canción que se repetía en todos los viajes, y que a fuerza de cantar y escuchar todo el mundo se sabía, viene al pelo para describir lo que ha sido el AVE y el soterramiento en esta Región. «Ahora que vamos despacio, ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras tralará», decía el principio del musical automovilístico más escuchado antaño. Y así ha ocurrido en Murcia. El soterramiento y el AVE han viajado despacito por los despachos, sin prisa y sin ningún convencimiento de que fuera a ser realidad en un tiempo cercano. Era una asignatura más pendiente de esta Región, cuyos dirigentes han demostrado su capacidad para poner ´cuerpo muerto´, una actitud ante la vida que permite sobrevivir en escenarios poco amistosos y ante adversidades sin precedentes. También el presidente del Gobierno nacional, Mariano Rajoy, parece un discípulo de esta disciplina a la vista de cómo gestiona los asuntos de Estado. Sin duda, habrá aprendido de los murcianos a los que su partido ha prometido durante años agua, alta velocidad y soterramiento. Ya no quedan dedos en la mano para contar las mentiras que se han vertido con respecto a las infraestructuras ferroviarias.

Es bueno repasar los recortes de prensa o acudir a las actas de la Sociedad Murcia Alta Velocidad para comprobar el cachondeo en el que se ha convertido el tren. En el 2006 se firma un protocolo con unas cantidades que en plena burbuja inmobiliaria parecían más que asumibles. Se hablaba de ocho kilómetros de soterramiento. Se encargan estudios informativos, se adjudican y se gastan decenas de millones en decir cómo será el soterramiento y lo bonito que quedará la nueva estación y el gigante bulevar que se creará arriba. Hasta vídeos se fabrican y se publicitan a los cuatro vientos. Luego se cruza el AVE por medio y se empieza a enredar el asunto con fechas, nuevas proyectos, adjudicaciones, puentes, catenarias, etc. Y por arte de magia el soterramiento pasa a un segundo plano y ya no serán ocho kilómetros lo que se meterá bajo tierra. Será cero patatero. Comienzan las movilizaciones y la gente se cabrea. Manifestaciones todos los martes, reuniones, promesas y más promesas. Al cabo del tiempo se modifican los proyectos iniciales con la perspectiva de que Murcia necesita la Alta Velocidad más que la desaparición de las vías. Llegan los hombres de Adif, el ministro ´guapetón´ De la Serna y los radicales que emborronan el movimiento vecinal. Y siguen contando mentiras. Ahora resulta que el soterramiento será de cuatro kilómetros en vez de los ocho del convenio de 2006 y costará casi tres veces más que lo establecido en esa fecha pese a que la burbuja pinchó y los precios cayeron en picado. ¿Acaso se ha estrechado la zona sur para esa reducción tan drástica de los kilómetros a soterrar? ¿Cuáles son las cifras económicas buenas, las del 2006 o las de ahora? Y aún queda por responder la pregunta del millón. ¿Son de fiar estos que ahora proclaman a los cuatro vientos que esta vez nos están diciendo la verdad? Por nadie pase.