San Miguel (jefe del ejército celestial), san Gabriel (el mensajero), san Rafael (protector de los viajeros, de la salud y del noviazgo), san Uriel (protector de las tierras), san Raguel o Ragüel (el mejor), san Sariel (el de los espíritus de los pecadores) y san Remiel (especialista en resucitados), venid a mí, los siete y en especial san Raguel, en un día tan señalado como éste para que por vuestra intercesión, el año judicial que hoy se inaugura en Murcia (el rey de verdad ya lo hizo hace alguna semana en Madrid) nos lleve a buen puerto, o simplemente que todos esos procesos que se están ya alargando más de la cuenta acaben, no digo yo antes del año venidero, sino que me conformo con que lo hagan con anterioridad al verano de 2018.

Creo que no es mucho pedir, pues no estoy solicitando que la justicia sea rápida, sino solamente que acabe lo que ha empezado. Y sobre todo para ello me dirijo a ti, san Raguel, como arcángel de la justicia, imparcialidad y armonía. Mediador en las peleas y siempre en defensa de las personas que son maltratadas en forma ilegal (como si existiera un maltrato legal, bueno sí, el de las corridas de toros), reza su eslogan. Te doy las gracias por permitirme armonizar mis relaciones, ayudándome a ser un buen amigo y aceptarme a mí y a los demás, para obtener la reconciliación (según expresa su oración).

Seguro que este deseo, que coincide con el de todos los jueces y fiscales de esta Región, e incluso me atrevo a vaticinar que el presidente del TSJ de Murcia, hoy en Caravaca de la Cruz (cuya intercesión también invoco) lo va a pedir públicamente (de lo contrario rompería una tradición milenaria) a través de solicitar más medios personales y materiales, para que la Administración de Justicia de nuestra Región funcione bien, y si es posible mejor que ninguna. Aunque no seré yo quien alabe esas pretensiones de ser los mejores en todo, que para eso están ya las sectas de todo tipo, religiosas o nauseomeditabundas, y aquellos que se creen que por nacer o vivir en un determinado sitio y hablar una lengua que no va más allá de unos cuantos kilómetros cuadrados, son mejores que los demás, y quieren pelar, guisar y comer solos. Vaya indigestión que les iba a dar si llegara ese momento, que por ahora es tan ilegal como absurdo. Están teniendo la gran suerte de que el Estado de Derecho no les va a permitir esa indigestión por falta de alimentos que les podía llegar.

Pero volviendo a esos arcángeles (que, por cierto, en algunos momentos de mi vida los he visto incluso a caballo, en estados inmejorable de felicidad que he disfrutado), coincidiendo con que son ese número bíblico que es el siete, y con la suerte que uno está encargado específicamente de la justicia. Además, celebrándose la apertura del año judicial de nuestra Región en un año jubilar, debajo prácticamente del Castillo que alberga la Cruz no robada de dos brazos igualmente milagrosa, es evidente que este año judicial va a ser muy especial y todos los deseos que apertura tras apertura se manifiestan en cada inicio del curso se van a cumplir por fin.

Si a pesar de todos estos ingredientes que he citado, a lo que cabe añadir la buena voluntad y competencia de los actuales dirigentes de la justicia en nuestra Región, seguimos sin funcionar ágilmente y no conseguimos una informática en condiciones, tiro ya la toalla.