Para la sucesión de esa luminaria llamada David Cameron había una terna suelta: May, Boris -no Izaguirre- y alguien más salao incluso que Bertín, el tal George Osborne. Éste, por entonces secretario del Tesoro, era delfín del primer ministro y, por tanto, a quien se cepilló doña Theresa nada más entrar por el 10 de Downing Street. Aún sin contar con experiencia periodística, George aceptó ponerse al frente del vespertino londinense gratuito de más pegada a los diez minutos de producirse el deceso político. Los editores no tienen remilgos. Sobre el oscuro objeto de deseo por excelencia del Evening Satandard ya podrán imaginar de quién se trata. Lo más suave que llama el rotativo a la primera ministra es muerta andante. Algunas criaturas públicas de por aquí debería hacer el erasmus en plazas de este corte para dejarse de monsergas. Como entre las cabeceras además no se dan tregua, otra que tal baila ha filtrado, a falta de nada para la conferencia anual de los tories y en medio de la marejada por la salida de la UE, que el primo con estirpe irlandesa del conductor de Mi casa es la tuya ha trasladado a sus colaboradores que no parará «hasta ver a May despedazada en bolsas y en mi congelador». Hace tiempo que nos rendimos a la evidencia de que la objetividad es una quimera, pero... Eso sí, a diferencia de la reacción oficial por estos lares que en el mejor de los casos no existiría, la que ha surgido de la residencia de la aludida es heredera de la mejor escuela británica ya que un portavoz ha sentenciado: «El contenido del congelador del exsecretario del Tesoro no es asunto mío». Boris Johnson, el tercero en discordia, ha escogido The Daily Telegraph para lanzar un manifiesto contra su jefa con un plan propio para el Brexit. Al igual que Puigdemont, el autor es periodista y hay posibilidades de que se le caiga el pelo puesto que ¿será por mata? En medio de ciertos pelajes, la UE ha empezado a valorar las ventajas que acarreará el bye, bye de un componente que solo ha puesto trabas porque nunca ha creído en el proyecto común. Yo no digo nada.