Que nadie se llame a engaño. A estas alturas de la partida, sólo la movilización ciudadana, liderada por la Plataforma Prosoterrramiento, puede impedir que el AVE acabe llegando a la estación del Carmen en superficie. Y sin violencia de ningún tipo. Movilizándose con el mismo sosiego y empeño que en los últimos treinta años. Porque su lucha viene de muy atrás. De tan lejos como las mentiras mil veces repetidas a las que siempre supieron enfrentarse para que no terminaran convirtiéndose en ´verdades´. No hay más que echarle un vistazo al pedigrí en materia de promesas incumplidas que presenta el PP para saber que sólo la resistencia vecinal podrá impedir que el paraíso prometido de la alta velocidad se convierta durante años y años en el infierno de la ´guetización´. Algún día tendrá que entrar el AVE en Murcia, como entró en Sevilla hace veinticinco años (sí, hace un cuarto de siglo). Lo que no es de recibo es que lo haga ´malamente´. Que la figura estilizada de este tren futurista se adentre en el corazón mismo de la ciudad, blindado por un muro infranqueable de seis metros de alto y nueve kilómetros de largo, que la divide si cabe más porque una vía de alta velocidad no permite pasos a nivel como sí permitía, al menos, la tradicional.

El Gobierno no puede seguir haciendo oídos sordos ante este clamor popular que crece por días. Cada nuevo ladrillo en este muro (another brick in the wall, que diría Pink Floyd) es un nuevo tronco que se le echa al fuego de la desesperación de los miles y miles de murcianos afectados, a los que puedo entender perfectamente porque yo mismo viví un tiempo en Santiago el Mayor y sé lo que sienten. En el tejado del Ayuntamiento, de la Comunidad Autónoma y del Gobierno, está la pelota. Si persisten en el empeño, habremos asistido, parafraseando a Cervantes, a una de las mayores estafas que hayan visto los siglos en Murcia. A una traición ruin y miserable por parte de un partido, el PP, que lleva lustros embaucando a los murcianos con cuentos como el del aeropuerto de Corvera, la alta velocidad, la variante de Camarillas o el Agua para Todos.

No es la primera vez que refiero que por Washington Square, una de las plazas más memorables del mundo, estuvo a punto de pasar una autopista de ocho carriles en los años sesenta. Un proyecto aberrante que no vio la luz gracias a la resistencia popular organizada por Jane Jacobs, una mujer valiente del vecindario que llevaba a sus hijos a jugar a aquel parque. Afortunadamente aún quedan Jacobs, ciudadanos anónimos, defensores de causas perdidas, que hacen de la movilización democrática, pacífica, una fuerza imparable. Joaquín Contreras, ese vecino de Santiago el Mayor que le ha puesto rostro a la movilización de miles de murcianos por el soterramiento del AVE, es uno de ellos. Y lo admirable es que tras muchos años de lucha, de sinsabores, de penalidades, nuestro Jacobs murciano sigue ahí, ajeno al desaliento. Luchando junto a muchos otros vecinos y vecinas por que su barrio, su Washington Square, no sea atravesado en superficie por ocho carriles, en este caso, de hierro.

Decía Corneille que el mentiroso siempre es pródigo en juramentos. Y juramentos y promesas no han faltado en estos años gloriosos anunciando la llegada del AVE. Él penúltimo, el del ministro De la Serna prometiendo de nuevo el soterramiento sin ponerle fecha. El último, el de Bernabé, un diputado incumplidor que llama a la desmovilización porque «el objetivo ya está conseguido». También decía Corneille que hay que tener buena memoria después de haber mentido si se quiere seguir engañando a la gente. Y no todos los que firmaron en 2006 el protocolo entre las tres Administraciones para traer el AVE soterrado hasta la Estación del Carmen la tienen. Ni memoria ni rubor, porque algunos siguen haciendo las mismas promesas como si fuera la primera vez. ¿Qué sería de los vecinos si les hubieran hecho caso?

No es mucho pedir que el AVE llegue a Murcia, como a tantas otras ciudades de España, en condiciones. Como tampoco lo es que acaben de una puñetara vez la Variante de Camarillas y modernicen el trayecto tradicional a Madrid por Cieza y Albacete. Tendríamos así un tren casi tan moderno y veloz como el AVE, que tardaría casi lo mismo en llegar a su destino. Pero como la incompetencia de algunos gobernantes no conoce límites, hemos acabado en un impasse del que no saben cómo salir. Quienes sí saben lo que quieren, y por eso merecen todo nuestro apoyo, es la plataforma prosoterramiento, es Joaquín Contreras, son lo vecinos del ´otro lado de la vía´, que persisten incansablemente en su lucha por la reunificación de una ciudad que lleva demasiado tiempo partida en dos.