Ahora que vemos que sí que el AVE llegará antes o después a Murcia (esperando que el tren por abajo y las personas por arriba) y quizás en el futuro lo haga a Cartagena y Lorca, es el momento también de fijar la mirada a más largo plazo y pensar en lo fantástico que sería que en nuestra región el tren fuera realmente un instrumento útil para movernos en nuestras propias cercanías.

Poder llegar en AVE a los sitios está muy bien, claro, pero creo que también hay que tener en cuenta que las soluciones ferroviarias de proximidad son las que realmente colaboran en que las ciudades (con sus cada vez mayores extrarradios y su morfología cada vez más metropolitana) puedan funcionar de forma mínimamente vertebrada.

Yo creo que en todos los sitios, y particularmente en la Región de Murcia, es el momento claro e inaplazable del tren. Para intentar que los ciudadanos nos movamos con cierta dinámica, para reducir el tráfico y los colapsos en nuestras ciudades, para reducir la emisión de gases de efecto invernadero. Sin duda el tren (o a cualquier tipo de plataforma pública de tipo ferroviario) sería una fantástica estrategia en un escenario de principios del siglo XXI en el que la movilidad privada supone el principal reto al que se enfrentan las ciudades y los territorios.

En nuestra región la única línea de cercanías que funciona realmente es la que conecta la capital murciana con Lorca y (con mucha menos funcionalidad) hasta Águilas. A Cartagena van trenes como de paso y con frecuencias muy pequeñas. El entrañable FEVE costero tiene una estupenda función pero una incidencia muy limitada. Al resto del territorio, nada de nada.

Hace unos años el Gobierno regional anunciaba que estudiaba un tren ligero para dar servicio al área metropolitana de Murcia conectando con las universidades y los municipios del entorno. Desconozco qué ha sido de esta idea, pero desde luego, aunque intuyo las dificultades de este tipo de actuaciones, creo que son básicas para nuestro futuro. Extender la iniciativa del tranvía murciano con sus pedanías y para el conjunto del área metropolitana de Murcia, sin dudarlo, y también ánimo para pensar algún tranvía para Cartagena o Lorca y para estudiar líneas de cercanías con lugares hasta ahora desconectados (el Noroeste y el Altiplano, por ejemplo).

Y lo más sencillo: reforzar radicalmente la conexión ferroviaria frecuente con Cartagena, sin la que no se entendería el famoso eje Murcia-Cartagena que se supone puede funcionar como locomotora del desarrollo regional.

El caso es que el tren de proximidad debería ser una apuesta imprescindible si queremos corregir mínimamente las derivas ambientales, culturales y de modelo de sociedad que implican los sistemas metropolitanos que nos estamos dando. Y también un apoyo al desarrollo de las ciudades medias y la vertebración de la región en su conjunto.

Será caro, pero sin duda enormemente rentable, al menos desde el punto de vista de la ciudadanía y la sostenibilidad.