La Patrona del municipio de Murcia, la Virgen de la Fuensanta, a quien con cariño se llama La Morenica , deja atrás la ciudad, recorre la huerta y sube las siete cuestas hasta llegar a su hogar. Miles de romeros la acompañan cruzando miradas con Ella y buscando su complicidad. Unos le piden salud; otros, un cambio de rumbo en sus vidas; hay quienes le suplican quedarse como están y luego está la petición de todos los que la arropan, también la de quienes la acompañan en la distancia, la petición en común, un grito que en el silencio del rezo suena desgarrador, le pedimos lluvia. La Morenica sabe que para nuestras vidas murcianas el agua es imprescindible y más de una vez ha demostrado que su poder es nuestro amparo. Qué gusto no perder la fe. Alzo mis ojos al norte a la derecha y le pido a otra morena, a La Moreneta, que nos ampare también, pero no para que no nos falte el agua, que también, sino para que llueva cordura sobre las cabezas de ese pequeno puñado de catalanes que andan preocupados en no sé qué y no sé cuántos. No sabría decir cuál de las dos patronas lo tiene más difícil. ¿La que busca agua o la de Montserrat?