Hace unos días en la presentación de un autor, le pregunté por el desarrollo de un evento literario al que él había asistido. Me contestó que muy bien, que era la primera vez que participaba y le llamó la atención la gran cantidad de personas que había. Continuamos hablando y me dice que, en un determinado momento, alguien pidió hacer una foto a los escritores, todos los presentes se posicionaron para la misma, insisto ´todos los presentes´, Es decir, todo el público que asistía en ese momento a dicho evento eran escritores, lectores, al parecer, no había. Curioso. Me llamó la atención tal hecho al tiempo que ratificó mi idea de que todo el mundo quiere ser escritor. Alucino cuando constato la gran cantidad de personas que se dedican a escribir en mi entorno; pienso que esto no quiere decir que sean escritores, ¿o sí?

Yo sé que no soy escritor y dudo mucho que alguna vez lo sea, ya que para serlo se lo requieren, al menos, tres cualidades: motivación constante, profesionalismo y creatividad. Por eso me pregunto si todos los que escriben encadenan estos requisitos y, también, ¿por qué escriben? La figura del escritor es atractiva. Decir que uno es escritor parece que es sinónimo de pertenecer a una elite intelectual determinada y queda uno cubierto de una pátina a admirar.

Muchas son las cuestiones que me asaltan: ¿por qué alguien quiere ser escritor? ¿Alguien que en un momento escribe algo, incluso un libro, hay que considerarlo escritor? Veamos. Cuando alguien se jubila puede tener la tentación de dejar plasmadas sus hazañas acaecidas a largo de su vida profesional, en definitiva para guardar su memoria, para que todo el mundo conozca sus vivencias. Si ha sido militar, para que admiren sus hazañas. Si es empresario de éxito para que los demás sepan como se hizo millonario y como levantó su imperio. Por supuesto, el político de turno deja su impronta en un libro, supuestamente escrito por él. Lo vemos en músicos, actores y actrices, pintores, deportistas, etc., en fin todos aquellos que consideran que su vida es digna de ser guardada y recordada.

Apuntaba al principio que en mi proximidad los que se han decidido a escribir son legión, deben de obtener su recompensa; recompensa en lo que yo creo que es una ingrata carrera (quizá porque, insisto, yo me veo inútil para emprenderla y nunca lo haré). Porque no sólo es escribir la ´obra´ es intentar publicarla, buscar editorial; y como las editoriales no están por la labor (salvo que seas un ´fenómeno social´), se lanzan a la autopublicación, con una inversión monetaria inicial de la que hay que recuperarse. Hay que poner a la venta la obra y esperar que los lectores la compren.

Es duro el oficio de escritor. Evidentemente nadie nace sabiendo. Parece ser que solo hay un 1% de personas que se sientan a escribir y le brota por las yemas de los dedos una obra maestra que ni siquiera precisa ser corregida y encima tenga a su mejor amigo en una de las editoriales más importantes suplicándole originales. Al estar la mayoría en el otro 99% necesita aprender y por eso hay quien ha tomado buena nota y nos encontramos con que surgen aquí y acullá talleres literarios (con una no muy numerosa concurrencia). Día sí y día no se publican libros que ayudan a formar al escritor y al cabo del mes se convocan concursos literarios en los que los principiantes tienen la oportunidad de medir su talento.

Entre problema y problema, entre teorema y teorema matemático, hablo con mis alumnos de libros, me intereso por sus lecturas e intercambiamos ideas sobre este mundillo. Uno de ellos me sorprendió con una pregunta: ¿Antes como se promocionaban los libros y los escritores? ¿Por qué?, le contesté. Porque hoy día es un tanto agobiante el observar que a través de las redes sociales nos someten a un continuo bombardeo con los libros que han escrito. Hay escritores que continuamente te está hablando de su libro, de sus presentaciones, que te lo dedica, que va a estar en este u otro lugar€ Y lleva razón. Yo añado, viendo a muchas de estas personas, ¿cuándo escribirá su próxima novela? Pues la que publicó hace tres años la sigue intentando vender, ¿aún le quedan ejemplares?

Lo digo porque las ediciones son más bien cortas.