Se van a cumplir 14 años desde que, en el verano de 2003, se estrenase en España Piratas del Caribe: La maldición de la perla negra. Este film fue el que sirvió para aupar a Johnny Depp definitivamente en la cresta de la ola. Su papel como el capitán Jack Sparrow transformó, en un solo año, su imagen de joven extravagante, que se había forjado gracias a sus excesos y largometrajes como Eduardo Manostijeras o Sleepy Hollow, a hombre ideal según la revista People, además de uno de los actores mejor pagados de Hollywood. Prácticamente creó un tipo de personaje que aunaba misterio, locura y carisma. Desde 2003, interpretó ese mismo papel en Charlie y la fábrica de chocolate, Sweeney Todd, Alicia en el país de las maravillas, Sombras Tenebrosas, El llanero solitario, Into the Woods o Mortdecai, además de en otras tres películas de la saga de Disney. Pero el pasado siempre vuelve y parece ser que el actor estadounidense ha vuelto a sus fechorías, o quizás nunca las dejó de cometer: en 2015, fue perseguido por la justicia australiana por introducir en el país a sus dos perros de forma ilegal; en 2016, recibió una demanda de divorcios y una orden de alejamiento por violencia machista de su exmujer Amber Heard, a la que ahora se suma otra de sus administradores por impago. Veremos si con Piratas del caribe: La venganza de Salazar puede encauzar el turbio mareaje que sigue su vida.