Pues ya pasaron las primarias socialistas: ganó Sánchez. Pero eso entraba dentro de lo posible. Y ahora, los socialistas han de entrar en la normalidad si quieren recuperar el mucho terreno perdido. Porque ya es el momento de la reflexión y del análisis profundo de los motivos que han llevado al partido a vivir este enfrentamiento fratricida. Es el momento de la generosidad del vencedor y del olvido de agravios por parte de los perdedores y, sobre todo, es el momento de la unidad del partido y del crecimiento. Sí, del crecimiento, de volver a ilusionar a los jóvenes que se quedaron en el camino, de recuperar a los profesionales y de acercarse de nuevo a los movimientos sociales, a las asociaciones de vecinos, a poner en marcha las casas del pueblo y que se les llene de contenido para recibir a quienes quieran acercarse a ellas. Es el momento de evitar que algunas sedes del partido, como ocurre ahora, aparezcan con polvo en sus puertas como vestigio de su no apertura a nuevas ideas.

Y es también el momento en el que, de una vez por todas, Pedro Sánchez se centre y comprenda que un secretario general socialista no puede pensar solamente en sus 184.000 afiliados, porque él sabe muy bien que con eso no se ganan unas elecciones. El PSOE ha podido ser el partido que más ha hecho por las libertades y la igualdad en este país porque le han votado millones de españoles que confiaban en que era la mejor opción para sus aspiraciones. Es necesario pensar en los votantes si quieren alcanzar de nuevo el poder: en este país, desde el retorno de la democracia, nunca se gobernó desde los extremos. Y si Suárez abandonó la derecha para aparecer en el centro como única manera de poder ganarse la confianza del electorado, Felipe González comprendió que el marxismo no tenía lugar en la nueva sociedad española y Aznar tuvo que olvidar sus escritos de juventud, donde ponía en cuestión la Constitución española, para girar al centro de derecha como única manera de gobernar.

El elegido secretario general de los socialistas españoles, terminada ya la dura campaña electoral, ha de moderar su discurso y estudiar profundamente lo que ha llevado a los socialistas holandeses, británicos y franceses a donde se encuentran en este momento, por sus postulados populistas y alejados de la realidad. El giro a la izquierda que promete Sánchez, ha de ser el de la búsqueda de más justicia social, más inversión en educación pública y menos en la privada, menos privatización de la sanidad para fortalecer la publica. Sí, todo lo que hizo por este país la socialdemocracia. Y todo eso se puede hacer, se hizo, manteniendo los principios del PSOE, muy alejados de eso de la plurinacionalidad y de que ciertas Comunidades autónomas son una nación,con lo que esto significaría de privilegios para algunas en detrimento de otras.

Comprendo que las tentaciones para mantener ese discurso han de ser muy grandes, teniendo en cuenta que los socialistas catalanes lo han premiado con 80.000 votos en las primarias, pero las elecciones generales tampoco se pueden ganar con los votos de una sola Comunidad. Hay que pensar en lo general, no en lo particular.

Seguramente Sánchez tenga la tentación de aceptar el abrazo del oso con Podemos, ya sabemos que las tentaciones del mando son muy peligrosas, pero hemos de confiar en el buen criterio de quienes le rodean para hacerle comprender que lo único que pretende Podemos es repetir con el PSOE lo que ya ha hecho con IU, hacerlo desaparecer. La oferta de Echenique de que Podemos retirará la moción de censura (nunca una moción de censura fue tan ridícula) para que el PSOE presente la suya es una prueba de lo que digo. Pretenden que sean los socialistas los que se estrellen.

Sí, el PSOE tiene mucha tarea por delante, entre otras cosas, recuperar su propio discurso y alejarse de tentaciones que solo le pueden llevar a la intrascendencia.