A lo grande. Así empezamos la semana en Cartagena, con la visita de otro gigante del mar que trajo a más de 3.500 pasajeros y que el Partido Popular transformó en el escenario perfecto para darnos un mitin. Ni cortos ni perezosos, instalaron un atril con el logo y el lema del PP a pie de muelle, con el mastodonte marino de fondo, y empezaron a sacar pecho.

El presidente de la Autoridad Portuaria, Antonio Sevilla, acompañado por el presidente local de su partido, Joaquín Segado; el diputado nacional del PP, Francisco Bernabé; y el portavoz municipal de los populares, Francisco Espejo, presumió de las excelentes y crecientes cifras del turismo de cruceros en Cartagena. Por su parte, Bernabé tomó la palabra para elogiar la labor de Sevilla, como si nada hubiera tenido que ver en la buena marcha de este mercado la labor de su antecesor, Adrián Ángel Viudes, en especial, de su departamento comercial, al apostar por potenciarlo cuando las visitas de estos transatlánticos se podían contar con los dedos de una mano. Eso sí, al actual presidente portuario hay que reconocerle que haya sabido aprovechar el viento a favor para seguir incrementando las escalas.

Otra cosa es que se crezca hasta el punto de proclamar que ya estamos entre los grandes, que Almería y Alicante se han quedado muy atrás y que, a partir de ahora, competimos directamente con Valencia y Barcelona. No está de más plantearse objetivos optimistas y motivadores que estimulen para avanzar hacia metas difíciles de alcanzar, pero tampoco es malo ser modestos y saber en todo momento la situación real en la que se encuentra uno. Es cierto que los 230.000 pasajeros que desembarcarán en nuestro muelle este año han superado con creces los apenas cien mil que se esperan en Alicante y aún mucho más los de Almería, donde no alcanzarán ni los veinte mil. Podemos felicitarnos por haber ganado el pulso contra estas dos ciudades y afianzarnos en los itinerarios de las compañías navieras, que miran cada vez más a nuestro puerto. Hablar de competir con Valencia puede parecer presuntuoso, porque casi nos dobla en las previsiones para 2017, aunque quizá sea una buena referencia.

Ahora bien, Barcelona está en otra división, en la Champions League de los cruceros, con más de dos millones y medio de pasajeros al año, mientras que nosotros aún competimos en la 2ºB de este sector marítimo, eso sí, jugando la promoción de ascenso, como nuestro Efesé. Y entre campañas promocionales, ferias internacionales y adecuación de las infraestructuras portuarias llega el PP y despliega el auge de los cruceros como un arma política, con la que arremete contra el bipartito MC-PSOE, al que acusa de frenar el desarrollo del patrimonio arqueológico y, de paso, sentencian que el AVE y Corvera no bastan para ser puerto home, punto de partida de estos buques. Curiosamente, los proyectos del tren de alta velocidad y del aeropuerto dependen del PP, que parece lavarse las manos en esta cuestión señalando a la mala gestión municipal de los últimos dos años como rémora para ser base de cruceros. La réplica de MC es igual de desesperanzadora, al afirmar que Cartagena es un referente turístico a pesar del PP. Por supuesto, nada de reconocer lo poco o mucho que se ha hecho en la era Barreiro por la recuperación de yacimientos y el embellecimiento de la ciudad, al menos del centro histórico. ¿Qué imagen se llevarán los representantes de las navieras si presencian o se enteran de estos rifirrafes? Por favor, dejen de apuntarse tantos, de culpar al contrario político de todo lo que sale mal y atribuirse todo lo bueno que se ha hecho o se hace en Cartagena. Los aluviones de turistas son lo suficientemente importantes para nuestra salud económica y merecen mimos por parte de todos, que trabajemos juntos para que los visitantes se vayan con una buena impresión.

Claro que poco entendimiento y colaboración se puede esperar entre la oposición del PP y el Gobierno liderado por José López, cuando ni siquiera existe entre los socios de Gobierno, cuya relación me recuerda cada vez más a la película No me chilles que no te veo. Era demasiado bonito el anuncio de la vicealcaldesa, la socialista Ana Belén Castejón, de que su salto al sillón de alcaldesa ya se había normalizado, de que ella y López se habían sentado para abordar el asunto y de que el relevo se produciría «sin zozobra ni espectáculo». Admito que la creí y le reconozco sus esfuerzos por intentar evitarnos las lamentables disputas políticas.

Tan sólo 24 horas después, el alcalde nos abrió los ojos y dijo que de reunión formal nada, que sólo habían tenido una conversación informal y que aún estaban esperando que el PSOE contactara con MC para mantener un encuentro oficial entre ambas formaciones, porque es un acuerdo entre partidos, no de nombres ni de personas, aclaró. Aseguró, no obstante, que a mediados de junio el bastón de mando de Cartagena estará en manos de un socialista, sea Castejón o cualquier otra persona. Y reiteró que él renuncia a ser vicealcalde, esgrimiendo que no necesita títulos, en un claro menosprecio hacia la número dos de su Gobierno y socia, que sí luce ese título.

Ante tanta crispación, tanta tensión, tanto desprecio, tanto reproche... de lo que nos escandalizamos es de una falsa e inocente barricada con la palabra paz instalada ante el Arsenal. Si nos peleamos por coger el timón, si marcamos rumbos distintos, nos iremos a pique. Estamos hartos de tanto temporal y deseando que llegue la calma. Por el bien de Cartagena, retiren sus barricadas.