Cuando en 1995 tuve la oportunidad de dirigir como socióloga una encuesta electoral, para la revista El Mirador, que editaba y dirigía Enrique Escudero de Castro, mi padre, se vaticinó un vuelco electoral que haría ganar al Partido Popular el gobierno municipal cartagenero, nadie lo podía creer. Pero así fue, y Pilar Barreiro, por sorpresivo que pareciera el acierto de aquel sondeo, resultó ser la alcaldesa. Los resultados de esa encuesta no eran más que la fiel publicación de los datos obtenidos, sin trampa ni cartón, como una fotografía que se revela tal cual es sin retoques photoshop.

Años más tarde, en 2003, otra encuesta que me encargaron avisaba de un nuevo cambio en el panorama político de la portuaria: una incipiente agrupación política se haría sitio en los plenos, se trataba de Movimiento Ciudadano, que consiguió entonces un concejal.

Confieso que las encuestas electorales me resultan apasionantes, tanto por la curiosidad que despiertan sus resultados como por el propio procedimiento hasta llegar a los mismos. Una encuesta bien diseñada a nivel científico, que al margen de ideologías sea objetiva y acorde a la metodología marcada por las ciencias políticas y la sociología, suele resultar coincidente con lo ocurrido finalmente en los comicios. Es lo que me dice la experiencia, que comenzó allá por el 93 pronosticando el sondeo realizado por Eco Comunicación en la Región de Murcia, los resultados alcanzados en las generales.

Lo que nunca podría haber vaticinado una encuesta, siempre sujeta a la estadística y la teoría de las probabilidades, es que Cartagena fuera a tener una corporación como la actual, no solo por lo impredecible del pacto que la avala surgido ante la necesidad del cambio, sino también por las peculiaridades que caracterizan al actual regidor, que es ante todo un alcalde cantor. Desde que sorprendiera un día ante la Virgen de la Caridad, con una voz clara bien entonada y más que mejor cantada, han sido repetidas las ocasiones en las que se le ha podido escuchar. Recientemente, en las Cruces de Mayo, ataviado con un traje típico y tradicional del Campo de Cartagena, reivindicó la puesta en valor de las tradiciones y cultura cartagenera, como antes lo había hecho el Grupo Folklórico Ciudad de Cartagena de La Palma. José López apostó por el patrimonio material e inmaterial ante una cruz con motivos marineros para recordar que no se entiende la trimilenaria sin la mar y tampoco sin su campo.

A continuación cantó con la cuarentuna, ante un público que esperaba con entusiasmo la actuación del alcalde cantor, al que se siente cercano y dispuesto a defender los intereses de la ciudad. Quizá pueda compensarse ese temperamento singular si cuando se enfada lo dice cantando, que de seguro que la gente lo entiende, al menos en su tierra. Su voz le está haciendo ganar el nivel de simpatía que suele medirse en las encuestas preelectorales para valorar la idoneidad de los candidatos. Encuestas que, por cierto, ya pueden realizarse, pues la campaña ha comenzado.