decía John Ford en El hombre que mató a Liberty Vallance que, a veces, convenía privilegiar una mentira sobre una realidad. Que la mentira es despreciable solo cuando es nauseabunda, y que hay mentiras y mentiras, y mentiras denunciables junto a mentiras justificables. Las mejores son las que evitan un daño innecesario, y si no solo lo evitan, si no que encima producen pingües beneficios, se convierten en mentiras que merecen ser verdad€ Por eso, al final, son más verdad que la verdad misma, y más bellas que la propia verdad. Es la belleza (y el rendimiento) de las mentiras. Una bonita (y necesaria) mentira que la verdad no puede (ni debe) estropear.

Un ejemplo entre muchos es el de los Amantes de Teruel, que en este 2.017 cumplen, por cierto, 800 años en las efemérides. Díganle a los turolenses que los historiadores dicen que es un bello cuento que nunca existió. Digámoslo a los que se tienen bien montado un negocio con él. Díganle que es un relato del siglo XV ambientado en 1.217 de una historia que jamás ocurrió. Cuando una mentira se convierte en leyenda, la propia leyenda fabrica su verdad, porque la mayor verdad es una verdad interesada. Y así es como la mentira se transforma en verdad verdadera. Digan por los caminos que un Santiago nunca pisó porque de Palestina jamás salió, que al final de ese camino son los despojos de Prisciliano el Apóstata el que espera el agasajo. Vayan contando por los nuevos caminos abiertos el negocio del peregrinaje y del turismo religioso, vaya cantando por los nuevos caravaqueños la vieja escapada en vuelo chárter-christi de su vieja cruz. Jamás existirán verdades tan ciertas que las que no se pueden demostrar, pero que tan felices hacen a los que quieren creerlas€ y exprimirlas.

Qué sería de nosotros sin la mentira... Si nada más pudiéramos exaltar que a personajes y hechos cuya veracidad fuera contrastada y verificada, la existencia de la gente, el arte sacro o profano y los negocios se tornarían aburridos e insoportables. La creatividad, la cultura, y la rentabilidad de las religiones, incluído todo el arte de su alrededor, desaparecerían€ y todo sería llanto y crujir de dientes. Imagínense un mundo sin Navidad ni Semana Santa ni santopatronazgos, ni sanvalentines, ni romerías ni peregrinaciones que llevarse al coleto de la tradición. Por nadie pase€ No, realmente la mentira es necesaria tanto o más que la verdad, hemos de admitirlo. Habrá que convenir, como en el periodismo cuando se trae a colación aquel axioma de ´no dejes que la verdad te estropee una buena noticia´, esta otra de ´luchemos por que nuestra mentira jamás sea descubierta por su verdad´. Es justo y necesario que así sea. Se sabe que Nicea fue el concilio donde de la verdad completa del cristianismo se transformó en la medio mentira del catolicismo. Y como dicen los guardianes cardenales de los vaticanos archivos, no podemos consentir que la verdad cause todo el daño que ocasionaría si se supiese; para eso hemos construido la verdad de repuesto.

Al final de todo, esto es como la paradoja del cretense, de Anaxágoras: decía un cretense que todos los cretenses eran unos mentirosos, de manera que, si decía la verdad, mentía, y si, por lo contrario, mentía, entonces es que estaba diciendo la verdad€ ¿Dónde la verdad o la mentira? ¿son los cretenses embusteros o es un engaño y no lo son? Al final, tras muchas vueltas que le demos y por mucho que lo pensemos, la única conclusión a la que llegamos es que la verdad forma parte de la mentira tanto como la mentira forma parte de la verdad€ Y cuando están tan fundidas y entremezcladas, y trabadas la una con la otra, no lo duden, siempre gana la mentira.

Porque los historiadores, aunque son buscadores de lo real, de la verdad, de lo auténtico, del origen de las cosas, normalmente son despreciados por los fabuladores, y sobrepasados por los fabricantes de mentiras, como los políticos visionarios o populistas, los separatistas, los fanáticos y fundamentalistas, los tradicionalistas de las tradiciones y los acuñadores de leyendas y prebendas€ Pues, en el fondo, ¿a quién le importa la verdad o la falsedad de esto o aquello? ¿qué más da lo que fuese, o no fuese, o cómo fuese? Si yo voy a seguir con mis queridas rutinas, y voy a continuar haciendo mi nido en la caverna... Pos eso mismo digo yo.

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