La chispa se encendió justo en los fogones, muy cerca de la cocina de algún programa televisivo de los que gustan mucho últimamente y cuyo principal atuendo suele ser el mandil. Uno de los miembros del jurado ha sido criticado por decir que los alumnos en formación disfrutan de un gran privilegio al trabajar en grandes cocinas sin cobrar. Vamos, lo que vienen siendo los becarios de toda la vida. Esas prácticas por las que hemos pasado la mayoría de los mortales y que, quitando alguna excepción, suelen tener más beneficios que perjuicios. Es cierto que en muchos casos los becarios hacen jornadas similares a las de un trabajador habitual de la empresa, pero están en un periodo formativo fundamental para su futuro inmediato, en el que se curten en lo que será el día a día de la profesión que ha elegido y nada tiene que ver con lo que les han enseñado en la universidad. Ahí, en las prácticas, es cuando realmente se dan cuenta de si se han equivocado de profesión o si es ese el ámbito en el que se quieren desarrollar profesionalmente. Un tiempo en el que cogen tablas. No hay que quitar la razón al chef al que hacía referencia anteriormente, ya que si encima estos becarios entran en una ´gran cocina´ tendrán la oportunidad de trabajar junto a los mejores y aprender las últimas técnicas, ya sean culinarias, como en ese caso, o de cualquier otro tipo. Esto no quita para que siete de cada diez alumnos en prácticas consideren que su remuneración es injusta. Todos tenemos derecho a quejarnos y a la pataleta.