Es un poco pronto para hablar de las atracciones de la Feria de Septiembre. Y más teniendo en cuenta que acaban de pasar las Fiestas de Primavera y la ciudad anda un poco saturada de tanto chipirrín y tanto acto espectacular y grandilocuente. Por unos días el municipio, al igual que los ciudadanos, se ha olvidado de sus problemas, sus miserias y tantos y tantos proyectos anunciados y aún con fecha por determinar su comienzo.

Sí. Un poco pronto para la Feria de Septiembre. Sin embargo, hay un lugar en la casa consistorial de la Glorieta (aquel lugar que fue definido por un empresario crítico hacia los populares, y que más tarde perdería un poquitín los papeles, como «Palacio Ribereño» y después rebautizado por una concejala del PP venida a más como «cueva de ladrones») en la que ya se ha instalado una atracción propia de las ferias de caché. En este caso su temática es el thriller o el miedo. Se trata del pasillo en el que desembocan los despachos de los grupos políticos de la oposición (el que aparece en la imagen), que ya ha sido bautizado en el Ayuntamiento por algunos como 'el túnel de los horrores'.

El título o nombre no es una coña marinera ni una exageración. Es una metáfora muy apropiada, teniendo en cuenta que esta semana pasada se han vivido en ese habitáculo escenas propias de terror. Registros de despachos a oscuras y a traición, gritos entre un concejal y un empleado que presagiaban incluso una violencia verbal más allá de los razonable si se tiene en cuenta que los protagonistas son servidores públicos, idas y venidas de cerrajeros y hasta la aparición de un nuevo candado. Mientras unos asistían atónitos en sus despachos a tan maño disparate (los chillidos traspasaban las paredes sin contemplación), los dolientes aireaban sus discrepancias sin el menor pudor y exponiendo sus diferencias sin que ya nadie pudiera arreglar lo suyo. Era como dos novios rompiendo y echándose en cara las infidelidades, las incompatibilidad de caracteres o los feos padecidos durante una relación tortuosa y que podrían haber acabado en tragedia.

Los actores de tan maña atracción feriante (aunque también la cosa tenía mucho de patio de colegio) eran los que últimamente no se cortan un pelo. Un empleado del grupo Ahora Murcia y el concejal díscolo Luis Bermejo, en la actualidad en el grupo no adscrito tras ser expulsado de Ahora Murcia por no querer entregar el acta de edil y dimitir, protagonizaron un lance a cara de perro. Con decir que el cerrajero tuvo que hacer varios viajes a ese pasillo para cambiar cerraduras y entregar llaves, prácticamente está todo dicho. Bermejo ha abandonado ese pasillo de los horrores (en la segunda planta) y ha ido a instalarse a la primera planta, donde antaño estuvieron los grupos de oposición. En esa época, en los cinco mandatos del popular Cámara, e incluso antes, ese pasillo era conocido como la M-30, por las carreras que se daban los concejales para acudir a actos y comisiones y por la gran cantidad de tráfico ciudadano que había en él.

Ese pasillo ha sido ahora sustituido por el túnel de los horrores. Y entre tanto, el Gobierno local tan a gusto sin que los grupos de oposición le tosan o le pongan en un brete. Como dice un edil opositor: «A Ballesta le estamos haciendo una autopista hacia la mayoría absoluta». Por nadie pase.