Hay quienes proclaman y exigen, con frecuencia y grandes aspavientos, ejemplaridad en los comportamientos de la vida política; suelen ser los mismos que la predican, pero que jamás la ponen en práctica, nunca se la aplican para sí mismos. Pues bien, Pedro Antonio Sánchez, contumazmente perseguido e injustamente denostado por una oposición tan ´justiciera´ como desnortada y frustrada, ha dado una soberana lección a todos tomando una decisión, además de ejemplar, generosa, puesto que, al renunciar a la presidencia de la Comunidad Autónoma, ha situado por delante los intereses y el bien de la Región de Murcia y los murcianos.

Justo aquello que distingue a los políticos de gran categoría y altura de miras, como sin duda, y una vez más, ha demostrado ser Pedro Antonio, de los mediocres que, llevados por el juego sucio y la demagogia fácil, contribuyen al desprestigio de una noble actividad cuyo objetivo primordial ha de ser precisamente la defensa del bien público y del interés general.

Por tanto, que tomen nota muchos de los que se permiten sentar cátedra sobre ética y moral política sin que sus proclamas coincidan en absoluto con sus actos. Porque el Partido Popular y Pedro Antonio Sánchez han afrontado siempre con responsabilidad, sensatez y coherencia la crisis provocada por la moción de censura de un Tovar ávido de ambición; una operación que ha terminado en un nuevo fracaso que sumar a su historial político, el de un intento de asaltar la presidencia del Gobierno regional a toda costa, y contra la voluntad de los murcianos expresada en las urnas, que ha sido felizmente abortado.

Y, con ello, se impide la llegada al poder de un tripartito que tampoco cuenta con el visto bueno de los votantes y que, por las mismas características e intereses contrapuestos de los partidos que formarían parte de él, hubiese supuesto un auténtico retroceso para una Región que, no lo olvidemos, lidera el crecimiento económico y la creación de empleo en España merced a una política de reformas y liberalizaciones que se hubiesen visto paralizadas y, después, revertidas.

La misma suerte correría la política de bajadas y eliminación de impuestos emprendida por Pedro Antonio Sánchez, que ha contado con la posición contraria de PSOE y Podemos; o la libertad de elección en la enseñanza, discutida por el PSOE y rechazada por Podemos. En suma, se hubiese dado paso a un Ejecutivo nefasto y nocivo para la Región, una amenaza cierta de arruinar los avances logrados. Sin embargo, gracias a la humildad y generosidad de nuestro presidente, los murcianos mantienen a ese Gobierno que eligieron para cuatro años y que está llevando a la Región de Murcia a las más altas cotas de bienestar y prosperidad, salvándoles así de un tripartito que hubiese sido destructivo y letal. Su marcha ha sido del todo injusta, pero lo ha hecho para evitar un mal mayor: toda una lección de honestidad, responsabilidad y lealtad que los murcianos siempre le agradecerán.

Definitivamente conjurado el peligro, de lo que se trata ahora es de seguir avanzando y profundizando en las reformas que nuestra Región necesita, porque de ninguna manera podemos tirar por la borda lo mucho que hemos conseguido con el esfuerzo de todos y las políticas del Partido Popular durante este último año y medio. Lo que toca ahora es formar Gobierno cuanto antes y ponernos a trabajar por lo que vamos a poner todo de nuestra parte para dotar de certidumbre y estabilidad política a la Región de Murcia.