Ya sé que este artículo no traerá cola. No tendrá la repercusión del trascendental debate parlamentario sobre si se corta o no la cola a los perros que perdió un PP que defendía, como es obvio, el recorte. Tampoco supondrá que el piano de cola se instale en las escuelas, tal y como ocurre en los países europeos más avanzados. Hace tiempo que la palabra música no se oye en el Congreso y en el colegio suena con sordina. Oídos sordos hicieron también las autoridades regionales a la clausura en el Auditorio de Murcia de las jornadas Una educación para el siglo XXI. Miradas desde las ciencias y las artes, que tuvo como broche de oro un concierto de la Orquesta Sinfónica.

Ni un solo miembro del Gobierno regional quiso acompañar a los cientos de profesores de la escuela pública que abarrotaron la sala, aunque sus voces sonaran como desde la clandestinidad pues en esta edición la música ha sido su principal reivindicación. Con voz clara y con la más acertada interpretación, los docentes aportaron una partitura mágica no sólo para mejorar los resultados académicos sino para (aparte de su también apreciable carácter terapéutico) formar mujeres y hombres libres: potenciar la música, las artes y la cultura.

Esa fórmula ya la conocen en la anhelada Finlandia y en los países que encabezan el informe Pisa, donde la enseñanza de la música ocupa un lugar preferente, con dotación de aulas e instrumentos a disposición de todos los alumnos.

Estudiantes de la pública. «Una escuela pública inclusiva, integradora, que asegure la igualdad de oportunidades para todos y un currículo que contemple la enseñanza de la música en todos los cursos de educación infantil, primaria y secundaria», en palabras de nuestros maestros más comprometidos, que suenan a sinfonía celestial. Está claro que nuestros directores de orquesta, nuestros mandatarios, no están dispuestos a coger la batuta para incentivar la cultura, el pensamiento crítico, entre los más jóvenes. Ni siquiera se preocupan en preservar nuestro Auditorio o nuestra Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia. Sería un réquiem para ellos, pero lo que no podrán acallar ni hacernos olvidar es que la música ha acompañado a las mujeres y hombres en todas las primaveras. Nos queda la palabra... y también la música.