Estimada Señora Mª Isabel Sánchez-Mora Molina:

Reunidos en Claustro Extraordinario con fecha de 15 de marzo de 2017, el profesorado del Conservatorio de Danza de Murcia acuerda manifestar públicamente el precario estado en el que se encuentran sus instalaciones y en las que se ve abocado a ejercer su labor profesional, con numerosas dificultades de orden pedagógico y de salud.

Se vienen sucediendo desde hace largo tiempo, peticiones formales por parte del centro para enmendar las deficiencias que impiden el desarrollo de las clases con un mínimo de medios y de seguridad laboral, sin que desde la Consejería de Educación se haya determinado una solución a corto ni medio plazo. Los problemas que a continuación expondremos fueron ya advertidos por nuestra directora, Dña. Teresa Souan, en carta a Dña. Ana Millán (Directora General de Innovación Educativa y Atención a la Diversidad) con fecha de 24 de octubre de 2016. En dicha carta se apela, con enorme urgencia, a un control riguroso y solución de las deficiencias que el centro arrastra. A juzgar por el silencio y la inacción de de la Administración, la carta parece haber sido ignorada. No se ha recibido respuesta por escrito.

Cabe destacar que desde años se nos sugiere la creación de unas instalaciones nuevas para suplir las carencias de las actuales -promesa que se hizo más firme tras el derrumbamiento de un falso techo en diciembre de 2015-, pero, hasta el día de hoy, todo han sido vanas esperanzas. Puesto que la salud y la integridad de cuantos ocupamos las aulas en el desempeño de nuestra actividad se ha visto comprometida, las necesidades de nuestra comunidad educativa se están haciendo cada vez más apremiantes, alimentando un malestar generalizado que repercute de manera directa en el ejercicio docente. Ante la insostenibilidad de esta situación, y mientras las autoridades competentes no le pongan solución de forma eficiente y decisiva, redundaremos en la denuncia de nuestra situación.

Las nuevas promociones se forman con una flagrante falta de medios de primera necesidad. Los recortes en las asignaciones presupuestarias a los centros educativos que se han sucedido desde el inicio de la crisis económica han sido abnegadamente asumidos y solventados gracias al esfuerzo docente y pese a la condición de "centro único" en la Región, hecho que debería reportarle mayor cuidado institucional.

El primer problema al que nos enfrentamos es la higiene de sus instalaciones. Los servicios asignados son insuficientes para garantizar unas condiciones mínimas de limpieza.

La suciedad ha sido causante de la aparición de alergias entre alumnos/as y profesores, y la recurrente plaga de insectos que surge cada curso bajo las tarimas de las aulas -pese a la fumigación-, se salda, asimismo, con picaduras que provocan prurito e inflamación.

También a la salubridad se refiere nuestra demanda de un sistema de ventilación, oxigenación y acondicionamiento acústico de las aulas. No podemos ignorar la misiva que recibimos tras las denuncias por ruido provenientes de vecinos del edificio colindante al Conservatorio, por la que ninguna ventana puede ser abierta en el transcurso de las clases, aumentando en las aulas la humedad y la temperatura hasta niveles por los que, a diario, nos exponemos a mareos y lipotimias. Del mismo modo, la falta de aislamiento acústico impide el correcto desarrollo de las clases en aulas contiguas, que deben elevar su volumen por encima de los decibelios, fruto inevitable de los taconeos y la amplificación del acompañamiento musical. El estruendo que se alcanza en el interior del edificio provoca falta de atención, concentración y entendimiento, así como jaquecas y pérdida auditiva, algo que se paliaría con la insonorización de las aulas (no sólo en la fachada que da al exterior, sino también en todo el interior).

La lista de carencias no termina aquí. La precariedad del sistema de climatización hace contingente el acondicionamiento térmico del edificio durante las horas de trabajo: en invierno, el frío dificulta el trabajo físico de músicos y bailarines; en los meses de calor que ahora comienzan, el ambiente es irrespirable y el rendimiento, imposible. La iluminación es deficiente: de noviembre a marzo falta luz en aulas y pasillos. Los pianos y sus banquetas regulables se rompen por falta de mantenimiento y también por exceso de humedad: así, el acompañamiento musical de las clases no es óptimo y los pianistas sufren lesiones de espalda como resultado de una postura forzada en la práctica diaria. Una vez más, la falta de presupuesto para mantenimiento hace que los suelos de las aulas estén constantemente astillados, abombados y/o perforados, convirtiéndose en un "campo de minas" para los bailarines, entre quienes ya se han producido lesiones de diversa consideración, apartándoles de su práctica académica durante semanas.

Estas reivindicaciones, legítimas en el contexto de un sistema de enseñanza que se presupone garante de calidad y excelencia, se suman a otro tipo de necesidades espaciales y materiales imprescindibles para la docencia en general y el aprendizaje de la danza en particular. Necesidades que, no obstante, otros centros educativos homólogos tienen cubiertas: aulas amplias y aptas para la danza, un teatro propio, una sala de profesores hábil y equipada, barras móviles en buen estado de uso, equipos informáticos actualizados, aula virtual y conexión a Internet adecuada y accesible, además de una plataforma virtual de gestión didáctica para la realización y transferencia de documentos docentes, acceso a la información útil para el trabajo de aula y la comunicación con las familias (un recurso insoslayable en la educación del siglo XXI), discos de memoria, equipos de música y dispositivos de grabación (siendo herramientas tecnológicas específicas de este tipo de enseñanzas).

La situación del Conservatorio de Danza de Murcia nos parece intolerable e insostenible en lo que a estos aspectos se refiere, por lo que su equipo docente se une en una sola voz para exigir -como también lo harán padres y madres de nuestros alumnos y alumnas- una intervención inmediata e irrevocable que garantice sus condiciones en el ámbito laboral y educativo, demostrando la verdadera voluntad de nuestra Consejería de atender, sin mayor dilación, la realidad de una institución que, con el esfuerzo de sus profesionales, tanto ofrece a nuestra sociedad.

En disposición de emprender las acciones que sean necesarias hasta conseguir unas unas instalaciones y condiciones de trabajo dignas en el Conservatorio de Danza, firman esta carta 65 profesores de su claustro.