Un año de estos el pesoe tendrá que celebrar su congreso. Me refiero al 39; de otro tan redondo como el 40 ya ni hablamos. Da la impresión de que, si pudiera, la gestora organizaría para este ejercicio uno de ornitología y el Federal lo dejaría para encajonarlo entre la visita que nos caerá de Trump y una hipotética final de Champions Madrid-Barça más la factible boda de Preysler con el polifacético Mario y solaparlo adecuadamente, porque si no...

Cómo estará la cosa para que el tal Javier Fernández haya sido elevado a los altares y casi a estadista de consideración por respetables bisturís del ruedo ibérico. Lo digo porque el único afán del chirimbolo que preside este asturiano, de los que nunca sostiene la mirada y adusto hasta la extenuación, ha consistido en prolongar lo más posible el proceso con la pretensión de que volviera la cordura tras el comité de los cuchillos largos y confiar de paso en que, junto a tanta dilatación, a Pedro Sánchez se le pasara el antojo.

Y sí, sí, ahora resulta que el gachó del «no es no» está que se sale. Entre las encuestas que circulan, los votantes del partido que fundara Pablo Iglesias (el auténtico, no el de Merimée) quieren que vuelva su ex, quien, con decir que es más de izquierdas que el que lo inventó y poner caritas, lo tiene todo hecho. En cambio, según los sondeos, lejos de Triana, Susana no acaba de cuajar. Qué raro porque a la presidenta de la Junta no se le ha escuchado decir nada sustancial ni interesante y, con las mismas, Rajoy persiste al frente de los territorios. Pero lo cierto y complicado para la estrategia baronil de los socialistas es que la candidata in péctore no traspasa. Mientras en muchos rincones del país aún se recuerda y valora la huelga de hambre protagonizada por Escuredo para lograr la autonomía por la vía guapa de verdad, a Díaz no hay quien le compre su revuelto de lugares comunes.

Bueno, sí, se lo compran los partidarios del pepé. De modo que amplío: quien dice de ornitología dice esoterismo o nutrición. Cualquier apaño antes que exponerse a la cruda realidad.