Ponle que te da un perrengue. Bebes agua sudando, o te comes un espárrago de bote en mal estado, y sufres una embolia. Una ideológica. Te haces fundamentalista de mercado, como nuestros amigos de los Gobiernos nacional y regional. Te convences de que los servicios públicos son una rémora, un vestigio de otra época, un capricho a erradicar. Y te pones manos a la Obra, perdón, a la obra: a desmontar. ¿Por dónde va el tajo? ¿Qué nos llevamos por delante? ¿Los bomberos, por ejemplo? ¿Les recortamos hasta las mangueras, y al mismo tiempo le subvencionamos con dinero público a nuestros amiguetes un servicio de extinción de incendios de pago, para fomentar la libertad de elección?

¡Buena idea! Pero de momento ponte con lo de ahora, que es la educación.

Ponle a continuación que ahí estás tú, en el Gobierno regional, al merme, dándole cada día una vueltecica más al garrote vil para terminar con la pública, sacando cada día un regalito más para lustre de la privada y concertada, a tope con tu misión. Bueno, pues incluso esta labor tan ruin se puede hacer de dos formas: bien y mal. Para hacerla bien, para que la construcción de un sistema educativo segregado por clases (uno para la plebe, otro para la gente bien) colase como 'libertad de elección', las entidades privadas tendrían que poner de su parte. Ofrecer algo que la pública no tenga. Excelencia, que es una palabra tan de moda, por ejemplo. Pero quiá. La UCAM, para abandonar el eterno furgón de cola de todos los ránkings de calidad universitaria, ha tirado la toalla y decidido no dejarse evaluar más. La primaria y secundaria privadas de la Región languidecen, se conciertan y entablan sin armas la 'batalla por el alumno' a que las aboca la menguante natalidad; y ni siquiera la aborrecible foto de los ránkings de centros (que el Gobierno regional se empeñó cerrilmente en publicar) las saca favorecidas. La operación se puede hacer bien o mal, repito. Adivinad qué opción ha escogido esa Atila que tenemos por consejera.

¿A qué consejera te refieres?

Pues a cuál va a ser. A la de los apellidos con guioncito por en medio.

De ésas tenemos dos. ¿La imputada o la reprobada?

Ay, es verdad. La reprobada por la Asamblea Regional, perdona.

Y en ésas estamos. A cambio de descuartizar la educación pública murciana, Maribel Sánchez-Mora gana 70.408 públicos euros al año. Pocos me parecen por dejar su nombre asociado para siempre a semejante indignidad. Espero que en algún corrillo del fundamentalismo neoliberal le hagan algún homenaje de vez en cuando o algo, aunque recomiendo vigilar las cuentas del evento, porque tienen la muy liberal costumbre de cargarlas al erario público a poco que nos despistamos.

Y hablando de despistes: la sociedad murciana, ¿qué dice de todo esto? Pues algo dice, sí. Nunca está tan callada como quisieran, y viene del gran éxito de la manifestación del domingo pasado contra la corrupción. Pasado mañana, jueves 9, la Plataforma por la Escuela Pública de la Región de Murcia, la Marea Verde, ha convocado a docentes, estudiantes, madres y padres a secundar la huelga general educativa contra la LOMCE, los recortes y los conciertos, por una escuela pública gratuita, laica y de calidad. Aquí el menda va, como sus dos churumbeles. Y no tenemos planeado hacerla solos. No tenemos planeado seguir tragando. Algo habrá que decir. Mira a ver, Maribel, por ejemplo. Y eso solo para empezar.