Seguro que todos ustedes, al igual que una servidora, están siendo víctimas desde hace unos días de un ataque masivo de mail y mensajes recordándoles lo maravilloso que es el amor y el día de San Valentín, que se celebrará la próxima semana. Agencias de viajes, establecimientos de cosmética, electrónica y de deportes nos avasallan con la idea de que el sentimiento que tenemos hacia nuestra pareja hay que demostrarlo, en cualquier caso, con algo material, ya sea un colgante, una escapada romántica o una nueva equipación para ir a la clase de spinning. Nada más lejos de la realidad. El mejor regalo es, sin duda, pasar tiempo con la otra persona. Es como cuando nos dicen a los padres que no demos a los niños todo lo que piden para intentar suplir el poco tiempo que podemos dedicarles. Algo parecido podríamos decir de San Valentín, una fecha que se idealiza y que parece que si no celebramos no estamos tan enamorados como quienes sí lo hacen. No soy partidaria de utilizar el 14 de febrero para expresar nuestro amor de una forma distinta a como lo hacemos cualquier otro día. No es necesario que sea 14 de febrero para decir un 'te quiero' o compartir una película bajo una manta en el sofá, para hacer una escapada de fin de semana o para regalarnos una rosa. Así que os animo a celebrar el amor a diario. Buenos días.