Algunos descerebrados han querido convertir las calles de Murcia en el Berlín de la primavera de 1945, cuando los soldados de Stalin avanzaban como un rayo hacia la capital alemana y Hitler se escondía en su búnker y, derrotado pero en absoluto arrepentido, se pegaba un tiro en la boca tras haber ingerido antes una pastilla de cianuro. El vídeo de la agresión a una joven, además de por su brutalidad, nos impactó a todos por haberse producido en unas calles que a muchos murcianos relacionamos con buenos momentos, con noches de risas, borrachera y compadreo en la noche murciana. Yo mismo me tomé una copa en 'La Boca del Lobo' rato después de la paliza, sin percatarme de lo que había ocurrido. No deja de sorprenderme que los totalitarismos del siglo XX sigan teniendo adeptos cuando ya ha transcurrido más de una década desde el inicio del XXI. Ser nazi, es decir, estar de acuerdo con lo que hizo Adolf Hitler en Alemania entre 1933 y 1945, debe estar en el podio de las cosas más repugnantes que puede ser alguien. Y es contradictorio llamarte a ti mismo antifascista y participar en el linchamiento de una joven, y encima encapuchados, por muy asquerosa que pueda ser su ideología. Afortunadamente, cada vez son menos los que siguen estas ideologías extremas y más los que nos identificamos con el lema de 'vive y deja vivir'. Si son nostálgicos de la Segunda Guerra Mundial, les recomiendo que hagan como servidor: déjense de violencia y dedíquense a leer libros. Y déjense crecer un poquito el pelo, que da cosa verles.

Lo que el ala oeste ha unido

En los últimos años de Ramón Luis Valcárcel en San Esteban, José Ballesta fue el portavoz del Gobierno, por lo que su mano derecha, Pepe Guillén, se incorporó al equipo de comunicación del Ejecutivo, al que los periodistas definíamos como ´el ala oeste´, en el que ya estaban Miguel Ángel Pérez y Lourdes Aznar, con el incombustible Ruano, que pese a estar siempre en las quinielas de posibles consejeros, no llegó a trabajar con ellos. El otro día quedaron a comer y seguramente recordarían viejos tiempos. Curiosamente, ninguno de ellos siguió con la llegada de Pedro Antonio Sánchez a la presidencia. ¿Estarán nostálgicos?