El otro día me indigné con el trato que recibió la final de todo un Gran Slam como el Australia Open sólo porque la jugaban Roger Federer y nuestro Rafa Nadal. Le decían la 'final vintage', la de aquellos tenistas que resisten en el circuito pese a que ya tienen edad de estar 'jubilados', decían... Quizá me sentó peor porque yo también estoy en esa cifra en la que no sé si llegaré a ser convocable para el mundial de Rusia'18. Pero me niego a la jubilación anticipada. En el caso de los dos tenistas, hablamos de quizá el mejor de todos los tiempos -el suizo- y su criptonita, y si les respetan las lesiones este año darán mucho que hablar, one more time; en el mío... mejor no hablar porque, con mi lumbago, el frío de Rusia creo que sería muy desaconsejable... El asunto me dio que pensar. Yo me doy con un canto en los dientes por tener trabajo -y encima en lo que me apasiona-, pero tengo gente cerca que no lo tiene tan 'fácil'. Todas las iniciativas de empleo se fijan en menores de 30 y mayores de 45, cuando, seamos sinceros, los que tienen que tirar del carro son esos que suman de 31 a 44... ¿Cuándo llegarán acciones concretas para esa franja? Lo peor, es que nuestros políticos comparten esas edades, pero creo que en los despachos, muchas veces, se pierde la noción de la realidad.