Si queremos que la organización del acto sea un éxito, es más que razonable estar al tanto de multitud de detalles que garanticen el acceso y la plena participación de todos los asistentes. Todos, incluidas las personas con problemas de accesibilidad. Es una cuestión no solo de eficacia como organizadores, sino también de sensibilidad y de realismo en una sociedad cada vez más igualitaria.

En concreto, me gustaría referirme a las barreras arquitectónicas que dificultan el acceso a los actos, sin que esto signifique que me olvide de barreras visuales y auditivas, que comentaré en otro momento. Aunque no existe una legislación específica en España sobre los criterios de accesibilidad en eventos, sí existen multitud de normas para elementos como el espacio y el transporte. El Real Decreto 556/1989 del MOPU por el que se arbitra medidas mínimas sobre accesibilidad en los edificios es muy claro, aunque no se suele cumplir.

Los organizadores de actos nos encontramos muchas veces con espacios anticuados, en los que todavía no se han eliminado las barreras arquitectónicas. Pero, además, se siguen construyendo maravillosos auditorios y centros de congresos, donde como mucho, se limitan a poner ascensores y una plataforma para un reducidísimo grupo de personas en sillas de ruedas. Es una verdadera odisea para personas con movilidad reducida, por discapacidad, por razones de edad o por una simple lesión o accidente, llegar a tu butaca bajando por esas interminables escaleras con pendientes de vértigo sin un mínimo punto de apoyo, por ejemplo.

En esta larga tarea que nos aguarda para sensibilizar a los profesionales de la organización de eventos y a la población en general, algunos eventos masivamente seguidos por la audiencia, como la Gala de los Premios Goya, pueden ser una excelente oportunidad. Pero en las últimas ediciones celebradas, en las que se alardea de una concienciación cultural y social encomiable, se han olvidado de un sector de la población: los discapacitados. El escenario, con dobles escalinatas de acceso, ya han propiciado algunos sustos a personas con movilidad reducida. Los discapacitados tienen derecho a ser premiados, o a intervenir en el acto (estaría bueno) y especialmente a poder acceder a este escenario en igualdad de condiciones, no como ciudadanos de segunda, para recoger su premio. Es tan sencillo como construir una rampa de acceso con las dimensiones y pendiente adecuada; entre otras medidas complementarias en la ubicación y los espacios donde accedan las personas discapacitadas . El 4 de febrero, los organizadores de este macroevento tienen una oportunidad para demostrarnos que son tan excelentes profesionales que piensan en todos los públicos asistentes a la 31 edición de su maravillosa gala cinematográfica. Ya veremos cómo acaba esta 'película'.