Como mercero, vivo desesperado. Me doy cuenta de que todos los gremios tienen una fiesta que celebrar (en la que no trabajan) y un patrón a quien oírle una misa y sacar en procesión. Qué envidia me dan los carniceros en el día de San Marcos; y los panaderos, en el de San Honorato. Hasta los escritores tienen a San Francisco de Sales para rezarle? En cambio, los merceros? ¡qué tristeza! No parecemos hijos de Dios. No sé si en la Biblia habría algún santo sastre o una santa modista que quisiera posar para nuestros almanaques. Mientras tanto, podríamos nombrar patrón de nuestro gremio a San Ojete o patrona a Santa Pollera.