Si algo quedó claro en el comité federal socialista de ayer es que Patxi López va a jugar contra Susana Díaz. Ya hay líder alternativo, que en el fondo es lo que legitima un congreso democrático y unas primarias. Es verdad que Díaz amaga y no da, pues debe entender que no es el momento de autoproclamarse, pero todo está más que claro, y es tarde para que se eche atrás, que tampoco lo pretenderá: ya ha iniciado su campaña por la parte de Castilla-León. El segundo, más desenvuelto, presentó ayer implícitamente sus avales dejando constancia de que lo apoyarán los líderes territoriales afectos a Pedro Sánchez, incluyendo al murciano González Tovar, quien antes de amarrarse a Patxi dejó claro en unas declaraciones a Onda Regional que no lo cuenten ya entre los ‘pedristas’. Queda saber por donde andará el PSC de Iceta o incluso si lo dejan participar.

El esquema parece ideal de partida. Tanto Susana como Patxi son gente de confianza, en línea, sea cual sea la línea, lejos del frikismo populista al que la presión de la primera acabó conduciendo, a su pesar, al inmaduro Sánchez, quien se acabó haciendo el harakiri en el programa de Évole cuando pretendía propulsarse. La única inquietud es que la historia del PSOE revela que su estabilidad interna procede, desde los tiempos del ‘pacto de la tortilla’, de un pacto de conllevancia entre las federaciones andaluza y vasca, que ahora se van a enfrentar. Pero lo mismo que se enfrentan, pactan, así que no hay miedo.

El problema es que Sánchez anda solo, pero suelto, y las famosas ‘bases’ del PSOE, a pesar de lo mucho que tragan, son incontrolables en según qué momentos, sobre todo cuando les dan voz. En los tiempos políticamente inaprensibles que vivimos hoy no sería extraño que Sánchez, aun soportando el estigma de friki, decidiera ser el tercero en discordia y arrasara entre la militancia dejando a los todopoderosos dirigentes territoriales mirando para Palencia. Es cierto que el exlíder va perdiendo fuelle (de ahí que se prolongue hasta junio la celebración del congreso socialista, para hacer drenaje y amansar a las fieras), pero el personal aún no se ha repuesto de la técnica del ‘golpe de Estado’ empleada contra él, y menos cuando los golpistas son los que ahora se reivindican como sucesores pretendiendo ser elegidos democráticamente, por si faltara algo con la intermediación de una Gestora de indudable sesgo. En resumen, Sánchez está para inventario, pero todo lo que hacen los demás procede del pánico a una resurrección imprevista a lomos de una militancia rencorosa por las artes de su linchamiento.

El paso adelante de Patxi vendría, en el fondo, a tratar de contener a las furias, que verían en Susana el bastión a batir. El vasco haría de amortiguador de esos instintos, de ahí que los ‘pedristas’ sospechen que se trata de una operación de falso enfrentamiento para tender después a la convergencia. Sin embargo, aunque resultara una teatralización, ambas opciones acabarán impulsando efectos de discordia en las distintas federaciones, y un ejemplo es el caso de la de Murcia.

Tovar no resistirá.

El líder socialista murciano no ha tardado en reubicarse, pues su adhesión al ‘pedrismo’ le quitó la escalera y lo dejó suspendido en el aire esgrimiendo la brocha. Pero su reconocida inhabilidad política lo va a conducir inexorablemente a la irrelevancia, es decir, va a acabar con su liderazgo, pues no ha sabido calcular que tomar posición en el debate federal desde un partido, el murciano, dividido en cuanto a adscripciones, como ya reveló el comité federal en que liquidaron a Sánchez, es una imprudencia que ‘el líder de todos’ no se puede permitir.

Su desdén público hacia Susana ha hecho que hasta los mudos hablen, lo que ha mostrado una vez más que su liderazgo no es ni mucho menos compacto y que está asentado, a estas alturas, en conveniencias muy frágiles, con un temporizador que lo conducirá más tarde o más temprano a la expresión de su caducidad. Desde ayer puede decirse que los socialistas murcianos, como los demás, disponen de una esperada noticia: las fechas del congreso federal en junio, pero están a la espera, y muy expectantes, de la suya propia, es decir de la que marque la renuncia de González Tovar.

El desgaste.

No todo el desgaste de éste tiene que ver con sus posiciones interesadas en la política nacional de su partido, sino que su falta de cintura respecto a los cambios y tendencias en la cúpula acentúan sus propias deficiencias en la gestión como líder regional. No es necesario remitirse al declive progresivo de los resultados electorales, pues es un mal compartido, pero hay al menos dos cuestiones que lo han lastrado definitivamente. En primer lugar, el hecho de no haber sabido controlar el más importante motor de acción del PSOE murciano, el que constituyen sus casi treinta alcaldes, cifra insólita desde la amanecida del PP a mediados de los 90; por el contrario, las direcciones del partido y del Grupo Parlamentario, bajo su batuta, han sido un constante motivo de conflicto, desentendimiento y descoordinación, y a la vista ha quedado que no es lo mismo dirigir a un colectivo de secretarios locales del partido que a uno de alcaldes (aun siendo, en casi todos los casos, las mismas personas), cuando ya se dispone de responsabilidades institucionales y se precisa apoyo y respaldo político para los administrados.

En segundo lugar, la oposición de González Tovar al Gobierno regional carece de marco, no puede describirse mediante una definición ajustada, y parece confiada exclusivamente a que los problemas jurídicos del presidente de la Comunidad abran puerta a una alternativa del conjunto de los Grupos Parlamentarios que ya parece definitivamente cerrada, ocurra lo que ocurra, sobre todo porque ni Podemos ni Ciudadanos ven en el jefe del PSOE una personalidad política que transmita seguridad, confianza y rigor. «Sería difícil pactar con el PSOE si a quien hay que hacer presidente es a González Tovar», dicen en Podemos.

Hay otro aspecto también perturbador para su liderazgo: muchas de sus actuaciones se perciben como dictadas por su hija, María González Veracruz, lo cual no sólo lo lastra a él, sino también a ella, quien en algún momento habría podido ser la alternativa a su propio padre. María González, que hasta hace bien poco apacentaba a una parte importante del rebaño, ha perdido muchos enteros desde su caída «por imperativo» junto a Sánchez y, según algunos, está revelando un carácter sectario y de escasa inteligencia política aun entendiendo que no cabe exigirle lealtades contrapuestas entre el PSOE y su líder regional, por la circunstancia de que éste es su padre. Su reciente maternidad la mantiene, de momento, en una actitud que podría ser pretextadamente discreta. Tal vez sea ya demasiado tarde para la ‘operación Castro’, consistente en propiciar el relevo en la familia. Los alcaldes y alcaldesas no parece que estén a la espera de aceptar esta posibilidad.

La alternativa.

Es verdad que los tiempos convulsos exigen prontas definiciones, pero la indudable apuesta de González Tovar por la opción Patxi López frente a la de Susana Díaz lo ha convertido ya desde enero (y hay que esperar hasta junio) más que en el líder general del PSOE, en el de una de sus facciones. Así refuerza su debilitamiento, a la vista de que hay un buen número de personalidades políticas con mando en plaza que no están por seguirlo en esa aventura. El comunicado que firmaron hace unos días algunos alcaldes reprochando al secretario general de su partido que se significara preventivamente contra Susana Díaz no refleja en el conjunto del número de firmas el total de la disidencia, pues hay algunos que, aun estando de acuerdo con dicho comunicado, e incluso mostrándose en privado más radicales en las formulaciones, prefieren reservarse, tal vez para evitar protagonizar ellos mismos en su ámbito de dirección lo que reprochan al líder regional en la suya.

Mientras tanto, González Tovar goza en el interior del PSRM de la posición que, a su vez, sufre respecto al partido en el ámbito nacional. Es decir, el único líder definido es él mismo, pues su oposición interna no ha desarrollado un liderazgo alternativo. En ese ámbito se señala que sería precipitado definirlo, entre otras cosas porque, y este es un dato fundamental, el ‘debate federal’ no tiene que coincidir necesariamente con el ‘debate regional’. Se deduce que habrá quienes apoyen desde Murcia a Patxi López (o incluso, si se diera la oportunidad, a Pedro Sánchez) y esto no significaría después un refrendo en lo regional a González Tovar. Son matices internos que no deben desdeñarse.

Sin embargo, es inevitable el ruido sobre el relevo. Los nombres abundan, lo cual denota la imprecisión de la alternativa. El más obvio es el de la alcaldesa de Águilas, Mari Carmen Moreno, de quien se dice que genera el mayor consenso y el menor índice de rechazo. Y su nombre se inscribe también en la consigna general de los opositores a Tovar: «Han de ir juntos el espíritu de unidad y el relevo generacional». Moreno reúne experiencia: ha sido diputada y secretaria de Organización del partido, y es una alcaldesa dinámica y querida; por lo demás, está claro que no se tapa la boca, pues su firma ha aparecido en dos ‘manifiestos’ críticos al secretario general.

Pero hay más papeletas en este cesto, como la que reproduce el nombre de Ana Belén Castejón, vicealcaldesa de Cartagena, quien tampoco tiene pelos en la lengua. Es luchadora, frenética y de una inteligencia políticamente intuitiva como se ha visto pocas veces, pero tal vez por eso mismo responde a quien le pregunta por su disposición al liderazgo regional: «Ni muerta ni viva», aunque siempre ha matizado que porque entiende que la lucha del PSOE por recuperar espacio en Cartagena no admite distracciones.

En el listado, aparen otros nombres redundantes, como Joaquín López, quien ya le disputó infructuosamente la secretaría general a Tovar y fue el único de los que lo hicieron que fue gratificado con un gesto de ‘integración’, pues de hecho es diputado regional, tal vez para inyectarle una dosis de apaciguamiento. Por tanto, a los ojos de algunos, ha perdido su opción, y más por el hecho añadido de que ante los reclamos a que muestre su posición, dicen, reacciona con la fórmula «ni sí, ni no, sino todo lo contrario». Uno de los más representativos opositores a Tovar señala a este respecto que «no se trata de que nadie se suicide voluntariamente, pero tampoco es posible permanecer en silencio y dejar pasar las cosas a la espera de que todo caiga por su propio peso; hay que reaccionar y dar la cara».

Tovar ha tomado una opción a la vista de que se le cayó la escalera Sánchez. Pero es probable que ni aun si Patxi López ganara el pulso a Susana Díaz, pudiera el murciano revalidar el liderazgo regional. Este es otro juego, y ya parece fuera de juego. Por tanto, sólo queda conocer la fecha en la que anunciará su retirada. El comité federal de ayer le dio de tiempo hasta junio.