Se nos fue el año y, con él, Aznar. Es un decir. Porque como el lobo de Caperucita, se disfraza ahora sólo de abuelita de las FAES para, llegado el momento, merendarse mejor a Rajoy. Se nos fue también la pérfida Albión, también es un decir, porque al día siguiente del Brexit ya había muchos británicos pidiendo quedarse en la Unión, y a la hora en que estamos nadie sabe a ciencia cierta en qué términos se va a pactar el divorcio, o si me apuran, si en caso de haberlo lo habrá. Y se nos quiere ir, otro decir, Puigdemont, de la mano de Junqueras y la CUP, aunque no se sabe muy bien adónde. De momento, hacia ninguna parte, y después ya veremos. La ventaja que tiene plantear un referéndum es que en ningún lado está escrito que quien lo pierda tenga que desistir de volverlo a plantear€ hasta ganarlo.

El que no se va a ir de momento, sino que está llegando en tromba, es Trump. Ese nuevo Atila que por donde pasa no vuelve a crecer la hierba. No hay más que echar un vistazo a su futuro Gobierno para temer lo peor. Su anuncio de ´expansión nuclear´ y su apoyo a los "´asentamientos judíos´ ilegales en los territorios ocupados son dos botones de muestra de por dónde van a ir los tiros (nunca mejor dicho) de su política internacional. ¡Que los dioses nos protejan!

Eso, en Estados Unidos. Y en España ya está tomando cuerpo la Gran Coalición, mil veces negada por el PSOE con grandilocuentes palabras, y mil veces desmentida con grandilocuentes hechos. El último, las negociaciones para repartirse a medias los cuatro nuevos magistrados del Constitucional, dejando fuera a los demás grupos. Descabalgado el Quijote Sánchez de su montura, ya nada impide al escudero Fernández gobernar la ínsula Barataria en que se ha convertido el PSOE, a la espera de que los duques (o barones, si lo prefieren), sus legítimos dueños, designen a la gobernadora con la que, tras la ´entente cordiale´, vuelvan a disputar la presidencia del Gobierno.

En Murcia, por su parte, el año que entra va a ser el de la expectación. Expectación por saber lo que va a hacer PAS cuando se haga pública su más que anunciada imputación. Expectación por saber lo que va a hacer Ciudadanos para que se cumpla su pacto de Gobierno. Expectación, en fin, por saber cómo van a actuar las respectivas directivas nacionales, y sobre todo por conocer cómo quedaría el Gobierno de la región ante una forzada dimisión de su presidente.

En cuanto a mi pueblo, Cieza, prometemos hacer todo lo posible para que 2017 sea el año del fracking que no fue y nunca será. Son demasiados los riesgos que corremos (medioambientales, sanitarios, agrícolas, sísmicos) como para permitir que unas petroleras multinacionales jueguen a aprendices de brujo en el valle del Segura.

Y entre lo que se fue y vendrá, está lo que se queda. Lo que no va a desaparecer, lamentablemente, son los incontables Alepos, con sus secuelas de horror, que en este mundo son. Lo que nos seguirá quedando son las cifras escalofriantes de migrantes y refugiados muertos en el Mediterráneo. La corrupción endémica con la que parece que hemos aprendido a convivir; la crisis económica del empleo reconvertida en crisis económica de la precariedad, contra la que quizá no nos hayamos opuesto con el suficiente arrojo; el espejismo de la recuperación; la pobreza energética que mata€

También nos queda, en el campo más prosaico de la ´feliz gobernación´, Rajoy que se sucede a sí mismo con el beneplácito, por activa o por pasiva, por acción u omisión, de unos y otros. Y los sempiternos desencuentros en las familias políticas: sanchistas contra susanistas, pablistas contra errejonistas; aznaristas contra marianistas; y riveristas contra algo que está pronto por llegar.

Pero qué es esto último, al fin y al cabo, sino estelas en la mar de la política.

Lo que de verdad importa en este nuevo ´tiempo cronológico´ que se abre ante nosotros es su potencialidad, su capacidad de generar las mejores ilusiones. De ahí que, pese a todo, aun así, os deseemos un buen año a todos.