Estos días de semana Podemos decide cómo va a ser su nueva Asamblea Ciudadana, y del modo en que se viene planteando, uno no puede sino rememorar el primer Vistalegre con una sensación de déjà vu. Recuerdo a Pablo Iglesias pronunciando aquella frase forjada en la comuna de París, que había salido de la pluma de Karl Marx y daba título a la biografía de la Pasionaria, una frase cargada de pasado, pero que disparaba al nuevo partido hacia el futuro, una frase, en definitiva, para pasar a la Historia: «El cielo no se toma por consenso. El cielo se toma por asalto».

Dos años, dos elecciones generales y cinco millones de votos más tarde, la situación, no obstante, es muy distinta. Por aquel entonces la frase tenía sentido, entre otras cosas, porque dentro de Podemos ya había consenso. Salvo una minoría simbólica compuesta por Izquierda Anticapitalista, Podemos latía entonces a un solo ritmo. Iñigo Errejón escribía la partitura e Iglesias la interpretaba a la perfección. Y de lo que se trataba era de asaltar los cielos electorales. Hoy seguimos todos en el mismo barco, pero unos tiran para un lado y otros tiran para otro. Así que toca elegir entre al menos dos modelos de partido. Y sin embargo (de ahí mi sensación de déjà vu), se vuelve a plantear el debate, como hace dos años, en torno a la figura del secretario general.

Hace unos días Iñaki Gabilondo reprochaba a Podemos no explicar lo que está pasando en Podemos. Y tenía razón. Existiendo un debate político de fondo, sus dirigentes deberían explicar alto y claro cuál es el modelo de partido que defienden. Sin embargo, el tacticismo parece haberse hecho con ellos y, aunque la cosa se va animando, Errejón e Iglesias han empezado cruzándose enternecedoras cartas de amor.

Pues bien, el debate político de fondo es el siguiente: Pablo Iglesias defiende un Podemos que formalice su relación con Izquierda Unida y se convierta en un bloque de izquierdas, un Podemos para resistir. Mientas que Iñigo Errejón defiende un Podemos que recupere el proyecto transversal para volver a impugnar los cielos, un Podemos para ganar.

Y si ese es el debate político de fondo, ¿por qué no se está debatiendo sobre eso? ¿Y sobre qué se está debatiendo? El problema es doble. El rumbo que propone Pablo Iglesias está en contra del discurso original que ilusionó a tanta gente. Así que intenta que el debate se centre en su figura. Por eso se está debatiendo si con Iglesias o sin Iglesias antes que el modelo de partido que la militancia quiere. Por su parte, Errejón sabe que además de las ideas en juego, el liderazgo es uno de los grandes valores del partido y que la figura de Pablo Iglesias no está en cuestión, por eso intenta que el debate de ideas se produzca antes y de forma independiente a la elección de Iglesias como secretario general. Entre esos dos polos Podemos se tensa, para ganar músculo.

Mucho se ha avanzado desde el primer Vistalegre, entre otras cosas, para esta nueva Asamblea Ciudadana Pablo Iglesias no ha lanzado el órdago del todo o nada; no ha dicho que si pierde la votación estos días se va. Así que, en principio, la militancia puede elegir qué modelo de partido quiere sin la necesidad de renunciar a su secretario general. Y lo que se ha planteado como un empate técnico entre las ideas de Errejón y la figura de Pablo Iglesias se puede resolver de la mejor manera posible, es decir, no escogiendo entre una opción u otra, sino eligiendo las dos. Primero, el mejor modelo de partido; después, el mejor secretario general. Eso es lo que gran parte de la militancia quiere, que se pueda decidir sobre cada cosa, de forma independiente. Eso es, en definitiva, lo que se vota estos días: si el modelo de partido que queremos se elige por consenso o si se toma por asalto.