Por más que lo pienso no consigo explicarme cómo ha podido llegar a producirse el desastre del Mar Menor al que estamos asistiendo, a pesar de que hay cuatro ayuntamientos asomados a sus aguas, una consejería de Medio Ambiente, una Jefatura de Costas y una Confederación Hidrográfica del Segura que tendrían que haber vigilado para evitar que el estropicio alcanzara las proporciones actuales. No llego a entender que nadie haya dado la voz de alarma ni se movilizara antes de que los ecologistas difundieran el video que nos dejó a todos estupefactos. Es cierto que muchas playas del Mar Menor se vacían al llegar septiembre, pero en San Pedro del Pinatar, San Javier y Los Alcázares hay vecinos que viven todo el año y responsables municipales que deberían haber visto venir lo que podría ocurrir si su pueblo dejaba de ser el paraíso que creían tener asegurado. Debe ser que nadie mira el agua cuando termina el verano. Lo normal habría sido que las redes sociales hubieran echado humo mucho antes de que la Administración se percatara de lo que pasaba, pero tampoco parece que las imágenes del mar color chocolate hayan causado sorpresa ni curiosidad. Creo que lo ocurrido es un síntoma más de la forma de eludir los problemas que tiene esta Región y merece un estudio sociológico para averiguar por qué nos pasa esto.