El miércoles pasado me espetaba con gracejo en una tertulia radiofónica un diputado del Partido Popular que no nos peleáramos, que el suyo y el mío eran partidos hermanos; a lo que yo le respondía que eso estaba por ver. Pero que, desde luego, no queríamos ser es los ´primos´ en esa relación. La metáfora del comentario me sirve como ejemplo de cómo van marchando las no-negociaciones de mi partido, Ciudadanos, con el Gobierno de la Región estas semanas. Unas supuestas negociaciones donde está fallando el principio básico: ¿Sobre qué estamos negociando? Y, que yo sepa, la cosa va de sacar adelante un presupuesto para la Comunidad de Murcia para el 2017, que elabora el Gobierno y que, en minoría, necesita el apoyo de alguien más en la Asamblea para sacarse adelante. Pero si el (presunto) objetivo del Gobierno es que les apoyemos, lo que no puede hacer es negociar escondiendo el borrador del presupuesto, como si se lo fuéramos a quitar.

Pretenden, en cambio, los avezados no-negociadores del Gobierno, que le demos nuestras enmiendas, que ya las incorporarán ellos. Vamos: te invito a mi casa, pero me traes tú la comida, que ya daré yo de comer con ella a todos los invitados.

Lo que más llama la atención de todo esto es lo lejos que queda esta postura de la de sus propios colegas en Madrid, que hace tiempo que ya pasaron a mi partido el borrador nada menos que de los presupuestos generales del Estado. Igual es que allí sí tienen la voluntad de contar con Ciudadanos para conseguir las mejores cuentas públicas. Aquí, en cambio, parece que el Gobierno pretende hacernos pasar por primos y que paguemos la cena en su casa, los postres y que, además, les demos las gracias.

Igual en el Gobierno confundieron nuestro anuncio de apoyar por responsabilidad el techo de gasto que venga (esperemos que alto), y creyó que les íbamos a dar de propina un sí ciego a los presupuestos en su conjunto, o a cambio de darnos alguna ´limosnica´ en forma de un par de partidas presupuestarias para conformarnos. Está, desde luego, muy equivocado sobre el control que puede ejercer sobre Ciudadanos, que no solo no tiene mayor compromiso con unas cuentas que no ha visto, sino que tiene toda su legitimidad para negociar con otros grupos de la Cámara sobre lo que venga.

Nosotros y la sociedad murciana ya aprendimos una par de lecciones de los presupuestos anteriores. Los murcianos, desde luego, ya saben que las lágrimas de cocodrilo del Gobierno, culpando a las enmiendas de la oposición de las siete plagas de Egipto, no se sostienen y que no son más que una ridícula cortina de humo para tapar otras vergüenzas. Y nosotros hemos aprendido que siendo coherentes y apoyando inversiones razonables ningún colectivo nos podrá echar en cara que apoyemos algo que el Gobierno, en su responsabilidad, termina tirando por tierra por otras prioridades (como los asesores de Presidencia, por ejemplo).