Leo y oigo estupefacta que la CEAPA ha iniciado una campaña llamando a la insumisión a los deberes. Me da la impresión que nos hemos vuelto locos, nada más le faltaba al profesorado para que su autoridad siguiese cayendo, si es que la misma no está en las profundidades de una sima. Y de todo esto ¿sabe usted quién sale perjudicado? Los niños, siempre los niños. ¿Por qué vamos a hacer caso al maestro si nuestros padres dicen que no hay que hacerlo?

La autoridad de los maestros, siempre en entredicho. No como en esos países tan envidiados (léase Finlandia) en los que los maestros son muy valorados con autoridad en las aulas y en la sociedad.

No es la primera vez que se habla de los deberes de los alumnos y, no recuerdo exactamente la fecha, pero fue en los primeros años de la democracia cuando se prohibieron los deberes e iban los inspectores por los centros controlando que no se mandasen a los alumnos aunque ellos pensaran lo contrario.

El tiempo pasa y los maestros siguen poniendo deberes y es que éstos (en su justa medida) cumplen una función educativa. Destaco los siguientes aspectos:

Crean hábitos de trabajo y estudio.

Ayudan al alumno a organizarse el trabajo en un tiempo determinado.

En los primeros niveles refuerzan la lectura comprensiva y el dominio de las operaciones aritméticas.

Complementan y refuerzan los contenidos de la unidad didáctica.

Obligan al alumnado a leer el tema propuesto que, sin los deberes, no leerían.

Acercan a padres e hijos. Al estar pendientes los padres de las tareas de sus hijos, les prestan una atención que muchos no prestarían si no existiese esta necesidad; de la misma forma le dan una idea aproximada de los contenidos del currículo y del proceso de aprendizaje.

Leyendo las opiniones de mucha gente contraria a los deberes y de otra mucha que opina que son demasiados, comprendo también sus argumentos aunque no por ello crea que se deba pedir la insumisión, porque es verdad que algunas veces se ponen muchos deberes pero no es lo normal; tengan en cuenta que los profesores suelen poner aquellos deberes que, cumpliendo algunos de los objetivos antes señalados, puedan corregir, bien individualmente o de forma colectiva y no se pueden pasar los sesenta minutos de clase corrigiendo o acarreando a casa diariamente una buena cantidad de trabajo que les puede llevar muchas horas de corregir.

Pero ¿qué ocurre realmente? Pues que unas pocas actividades de una asignatura, otras pocas de otra? al final hacen muchas para el alumno; Y es que la Escuela, al menos la Primaria, ha pasado a ser estresante para el profesorado y para los alumnos.

Reflexionemos un poco sobre algunos aspectos de nuestro sistema educativo desde la visión de la experiencia y que inciden de manera muy importante sobre las tareas escolares de nuestros alumnos.

Desde muy pequeños, los alumnos aprenden las diferentes materias impartidas por especialistas; por tanto, sobre un alumno, por ejemplo de Primero de un colegio bilingüe, inciden, al menos, cinco maestros. Desde mi opinión este hecho me parece una locura. ¿Tan difícil es formar a un maestro para que en los cursos de Primaria imparta todas las materias? En otros países europeos sí que lo hacen y los resultados son bastante mejores que los nuestros.

Los contenidos de la LOMCE y anteriormente la LOE son excesivos; esto hace que el profesorado quiera terminar el programa sobrecargando a los alumnos con más trabajo en casa.

Las clases de una asignatura duran como máximo sesenta minutos y en algunas casos 45. Tiempo totalmente insuficiente para los niños de 6 a 9 o 10 años que tardan en prepararse el material y que tienen diferentes ritmos de trabajo.

Si a lo anteriormente dicho añadimos la atención a la diversidad, a los niños inmigrantes que no conocen el idioma y que, además, a los profesores se les pide que acerquen la ciencia y la experimentación a los alumnos junto al uso de las nuevas tecnologías comprenderemos que falta tiempo.

Pero, claro, esto que digo aquí es mi opinión desde la experiencia de muchos años de trabajo, nada más.

Por tanto, como todas las partes pueden tener algo de razón, es necesario que los centros pongan a trabajar a los maestros de los diferentes tramos para que se produzca la coordinación en este asunto y si hay exceso que se corrija.

Que las federaciones de padres piensen bien sus manifestaciones públicas.

Que las autoridades educativas estudien profundamente qué formación queremos para nuestros hijos y lleguen a un pacto sobre la Educación.