Hazlo divertido y todo el mundo lo querrá. Nos lo deberíamos tatuar en la muñeca izquierda todos los humanos, porque hay que ver la de veces que se nos olvida. El caso es que uno puede poner de su parte, o creer que pone de su parte, para hacerlo divertido, y de frente encontrarse un muro, o algo peor: una neurosis. No es cierto que el miedo sea el mayor enemigo de los mortales: el mayor enemigo son las neuras. La imaginación mala. Esa tendencia a dar por hecho que te pasará lo horrible, porque cómo iba a ti a pasarte lo bueno. A ti, que tantas veces te has caído, te has equivocado, te has roto, te has sentido escoria cuando tenías, cómo no, las mejores intenciones. El miedo por sí solo en realidad no da miedo. El miedo envalentona. Genera esa valentía casi por inercia. El miedo no paraliza, paralizan las neuras. Y no hay neura mayor que la que lleva a estropear lo bueno lloriqueando que quieres lo ideal. Como si se nos olvidase que es mejor un diamante con un defecto que un pedrusco sin ninguno. A veces hay más verdad en un ´te quiero un poco´ que en un ´te quiero mucho´. A veces lo que de veras da miedo, y da neura, es admitir que se puede ser feliz.