Muchos empezaron por prescripción médica, pero con el tiempo han acabado enganchándose. Sin darse cuenta han recuperado uno de los pocos placeres que, además de ser gratis, no engorda y ni perjudica a la salud. La cultura actual ha ido relegando la costumbre de andar y de pasear, si no es para ir de compras. Mucha gente incluso prefiere meterse en un gimnasio a pedalear en una bicicleta o correr encima de una cinta, sin pararse a pensar que eso mismo se puede hacer a la intemperie, disfrutando de la sensación de escapada que proporciona estar al aire libre. Pero hay andarines que se levantan de madrugada para caminar todavía de noche por la ciudad o por la playa, muchas veces en grupo. Son las nuevas cofradías del chándal y la zapatilla, a las que puede verse a cualquier hora del día encaminándose a las motas del Segura en Murcia y en los pueblos de la Región. Han descubierto uno de los secretos mejor guardados: que al corazón no hay que cargarlo con todo el peso de las alegrías y de las penas. Puede que sea el órgano más impresionable y más volcánico, pero los pies también sienten y padecen. Incluso dan cobijo al alma cuando se cae de su almario. Solo hay que dejarlos que te lleven.