Una de las mayores dudas existenciales de la murciafísica es la de echarle limón al arroz. Mucho se ha discutido en barras metálicas y en aquellas míticas mesicas bajas de El Cuervo, entre vino y cacahuetes, y recientemente en Twitter (@jotainiesta Vs. @rayaviles) sobre este tema, en el que se han determinado dos corrientes claras, una, la purista arrocera, asentada en la convicción absoluta de que el arroz del campo de Murcia y sus influencias, incluyendo los arroces de la costa, la huerta y el campo es la concepción del arroz perfecto, sea hijo o padre de los alicantinos y otros, por sabor y tradición familiar, y otra, la limonista, en la que el hecho de que el murciano utilice el aderezo de limón para una gran variedad de platos no es para esconder sabores, sino todo lo contrario, y que no se deja amedrentar ni siquiera ante un arroz con el garbo de ser el arroz que domina a todos los arroces.

Entre medias, como siempre, hay versiones de ambas opiniones que hacen confluir a la murciafísica, y es en esos encuentros por donde suele terminar la discusión filosófico-gastronómica tradicional, entre algunos brindis de Estrella o vino dulce, si el tema llegó a los postres, que puede incluso alargarse pasado el café de olla. Suele ocurrir que el purista del arroz no es antilimonista, y se esfuerza en este sentido siempre en su defensa, y de igual forma, el limonista no es antipurista del arroz. Esto acerca posturas. Yo estoy un punto a favor de los limonistas, porque los puristas del arroz suelen decir que «si el arroz es malo, sí se le puede echar limón», luego el limón mejora el arroz malo.

En pleno clímax filosófico y con este silogismo comenzado, podemos entender perfectamente que el limón no empeora el arroz bueno. Sería un descubrimiento para la historia de la humanidad que el limón de Murcia tuviera la cualidad de mejorar el arroz malo y empeorar el bueno€ y no la descarten, ojo, que el limón es mucho limón. Aún así, los puristas llegan incluso a defender esta teoría. No deja de ser un halago completo al limón y al limonismo salvar algunos arroces de su influencia€ «A este arroz no hay que echarle limón», una preciosidad de frase que todos entendemos como que es un arroz superior, y que comparto. Aunque suelo comerme una gran parte sin limón, y al final pruebo un poco con limón, por si acaso€ así que supongo que los que llevamos limón en el alma no podemos aguantarnos, y al final, lo pedimos.

Lo que sí es necesario desterrar es, que porque un arroz sea bueno y no necesite limón llevemos al limón a ser entendido como sustitutivo de calidad, ya que esto no es así con otros muchos alimentos como el pescado blanco, las judías verdes, los filetes empanados o incluso un huevo frito. Que los puristas diferencien y respeten, porque no, el limón no amarga un buen arroz, aunque entendamos que un buen arroz no necesite limón€

¿Eres limonista? Vale.