Todos conocimos épocas que se cansaron de llamar a su gran hombre, sin que éste acudiera.

Estas palabras de Carlyle en su tratado de los héroes del siglo XIX bien podrían servirnos para representar el sentimiento actual de gran parte de los ciudadanos de nuestro país.

Marchamos camino a una repetición, camino a una nueva sesión de investidura o a unas terceras elecciones, y lo único que se nos presenta susceptible de cambiar algo es el resultado de las elecciones vascas y gallegas. Nuestros líderes políticos deciden aguardar y aguantar, definiendo el escenario de luchas partidistas y de supervivencia personal. Y nos demuestran de nuevo que son jefes y no líderes, mientras nos preguntamos si entre ellos está el héroe, el gran hombre que reclama la época.

Tenemos múltiples ejemplos de heroísmo, clásicos como El Cid, Ulises y Leónidas y otros tantísimos que nos ofrecen la literatura, el cine y las escuelas de negocios constantemente. Héroes para todos los gustos, pero que tienen en común su aspiración al magis, en términos ignacianos, a ser mejores y a hacer grandes cosas, convirtiéndose así en fuente de inspiración.

Las grandes obras nunca se hicieron en solitario, los héroes mostraron su capacidad de movilización e implicación ejerciendo el liderazgo con el arma más eficaz para el apoyo a sus causas: su voz. Voces inspiradoras que dan forma al futuro, como la de Shackleton, que recibió cientos de solicitudes para sumarse a su expedición Antártica, aun cuando no aseguraba el regreso con vida.

La voz, el discurso, es capaz de persuadir, de construir y de crear. Los discursos polarizan, por ejemplo en torno al sí o el no a una candidatura; los discursos crean o inventan, por ejemplo, a un símbolo de la represión del Estado. Y los discursos rememoran, por ejemplo, el sufrimiento y la división.

Los grandes discursos inspiran, unen y guían. Las palabras de los grandes hombres nunca son neutrales, siempre están insertadas en un marco de valores superior, porque sin valores no hay héroes.

La capacidad de respuesta al cambio y las situaciones difíciles y el compromiso con una obra más grande que ellos mismos son lo que demuestran los grandes hombres, héroes o no, que es a quienes llama esta época.