A propósito del terremoto de Italia y escuchando los testimonios de algunos supervivientes, compruebo que mucha gente ha salvado la vida al cobijarse debajo de la cama, evitando el impacto directo de cascotes, vigas y paredes. A raíz de estas revelaciones, receloso, he subido a mi dormitorio y he comprobado con mis propios ojos lo que temía: hoy día, en pro del diseño, los fabricantes de camas apenas dejan hueco entre el suelo y el canapé. He tenido el santo valor de tumbarme sobre la losa y, esforzándome, intentar colarme debajo de la cama. Nada; imposible€ y eso que no estoy muy gordo. En ese momento, cuando me encontraba en plena operación, tan oportuna como siempre, ha aparecido mi legítima y se ha llevado un susto de muerte al verme ahí tendido. «No me reproches nada „le he dicho„: sólo estoy ideando un plan para actuar en caso de que suframos un movimiento sísmico».