Mientras nado, soplando un noroeste fuerte, pasa sobre mi cabeza lo que de lejos parecía una gaviota pequeña, pero luego resulta ser un charrán. Repite la pasada un par de veces, con un krrruit estridente, que identifico como saludo. Luego son tres los que están en el aire, con ascensos y descensos vertiginosos, aunque sin zambullirse. O sea que, pienso, hacen vida social (conmigo), no están trabajando. Mi escasísimo saber en la materia y la imprecisión de la vista, velada por el agua del mar, no me dejan asegurar que se trate del charrán ártico, que por estas fechas bajará del Norte y cruzará el Atlántico hasta Tierra de Fuego o Sudáfrica. Que hayan tenido conmigo la deferencia del saludo, en medio de un largo viaje, es muy de agradecer. Cuando pasa por encima respondo al krrruit con un ¡hola! pues cada uno debe valerse de su lengua. Espero haber estado educado y afectuoso.